El viento sin poder traspasar
las hojas de los árboles
es otro tipo de silencio,
un vacío mustio.
El viento agoniza
hasta estallar en las nubes,
las nubes estallan
hasta llegar a los campos
y devolverles su color brillante,
para que el viento pueda jugar alegremente,
su libertad siempre estuvo en la naturaleza,
hoy ya ni siquiera tiene corteza,
no me dejes perder mi cabeza
porque las cosas simples nunca podrán crecer,
mi ser también empieza a fallecer.
Los árboles fueron arrancados,
sus débiles troncos siguen tirados,
¿acaso ellos no tenían las ganas de tirarlos?
prensados en su soledad,
una guillotina se los llevó,
esta ausencia carece de alma,
crece mi nostalgia
entre las cosas olvidadas.
Ahora el horizonte se ve más profundo,
pero mis ojos no tienen dónde posarse
para que mi alma se recargue,
nunca he sido más que un chotacabras,
mis alas eran sus ramas,
no había necesidad de un nido
cuando éramos lo mismo,
me siento desamparada
entre los árboles arrancados.
El tiempo se dispara,
todo muere,
este silencio se apodera
y he ganado mi propia miseria,
entiéndeme
incluso sin escucharme,
que yo siempre te sentiré
aun cuando ya no te pueda asentir,
todo empieza a derrumbarse,
deberíamos de mudarnos a Walden,
olvidarnos de todo y de todos,
así se detendría mi nostalgia
y el mundo no me agravaría,
en nuestras almas siempre habría forestación
sin importar la estación.
¿Puedes ver cómo su tierra
la cubrieron con rocas
como si fuera una lápida?
¿y quién puede respirar
por el oxígeno que dejaron de brindar
los árboles que fueron arrancados?
Mis ojos definidos
empiezan a buscar sus sombras,
no hay ninguna señal de vida,
solo los cuerpos
de los árboles arrancados.
El mes pasado le escribí a unos árboles que estaban por mi calle (Gemas de la naturaleza), todos los días pasó por ahí gracias al paseo perruno (Bailey me saca a mí en vez de yo a ella), pero ayer me di cuenta que ya no había nada. Incluso el lunes todavía estaban (secos, pero estaban) y había una mariposa muerta, a la cual le tomé una foto para luego escribir sobre ella (tengo muchos poemas pendientes, pero bueno), incluso el domingo vi hojas todavía verdes aferradas al árbol inclinado, derrumbado y marchito, también le tomé una foto con las ganas de luego escribirle. Porque una de las funciones de toda poesía es anunciar una memoria, aguardando la vida que pasa y se va, para que quede.
No tenía pensando mencionar Walden hasta escribirle un poema, aunque tampoco tenía pensando escribir este poema hasta que lo hice.
Yo si observara un chotacabras fácilmente pensaría que es parte de un árbol, o que el árbol es parte de esa ave.
El sábado en un cafecito y luego en el rinconcitopoemario hablé con Jocelyne de Walden y Henry David Thoreau, en esos días yo acababa de terminar el libro Walden y ella en un libro que también acababa de terminar lo mencionaban, muy bonito momento.
Los árboles arrancados
4 de agosto del 2024 a las 7:44 p.m.
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