Te vi en la orilla del río,
sumergías tus manos
como si estuvieras tratando de alcanzar algo
o tal vez solo lo estabas enterrando,
así que no me pareció extraño
que no me regresaras el saludo.
Te vi en la orilla del río,
las nubes se acumulaban detrás de ti
como si estuvieran esperando por un llamado
de tornado.
Te vi en la orilla del río,
me acerqué a los árboles que te habían rodeado
y cuando acaricié a la mimosa
no cerró sus hojas,
no atendió mi presencia
o tal vez me confundió con algo más,
con el viento balanceándola
o las gotas de lluvia delicadas rociándolas,
¿mi alma era especial o yo era nada?
Te vi en la orilla del río,
pero me quedé de mi lado,
solo contemplando,
anhelando.
Y con tus manos recogías agua
para lavarte la cara
o beberla,
no lo sé,
luego volviste a sumergir tus manos en el río
para lavarlas
¿de qué querías estar tan limpio?
y de pronto el color volvió a tu rostro,
así que te fuiste,
sin detenerte a contemplar tan precioso paisaje,
sin observar qué más había en ese lugar.
Y me quedé,
esperé por el cielo de lava,
y empecé a sentir que uno de los ríos
desprendía fuego,
pero yo estaba bien.
Y me quedé,
esperé por el anochecer,
y en vez de escuchar
cómo corría el agua
se empezaban a escuchar gemidos,
ni siquiera yo podía descansar entre esos lamentos
y me levanté,
no me pude mover
y ni siquiera podía recordar
cómo había llegado a ese lugar.
Traté de recordar
las cosas que sentí,
pero necesitaba recordar
las cosas que no había percibido
o presentido.
Estabas ahí,
era un hecho,
te vi ahí,
qué gran acontecimiento,
tú no me viste,
¿te estabas volviendo un extraño?
Nubes y más nubes
detrás del río,
silueta de los ahogados en el cielo
y el agua limpia,
por eso la bebías
o te limpiabas la cara con ella,
no lo supe,
espera, ¿qué hacías en el río?
Y no fui hacia a ti
ni detrás de ti,
¿acaso hubiera cambiado algo?
sostuve mi respiración
mientras tus paredes se iban cerrando,
pero quien colapsó fui yo.
Y otra vez caigo,
trato de sostenerme de algo
y todo me atraviesa,
¿soy un alma
o una nada?
Espera,
espera,
espera,
toda mi vida
pasa frente a mis ojos
y te veo.
Yo estaba del otro lado del río
y aun así sentí cómo me hundías,
se partió mi alma
y las corrientes se transformaron en mi sombra,
las nubes me acobijaban
y me secaban.
El el río de Leteo
vi tus remos,
traté de alcanzarte con ellos,
pero ya era demasiado tarde,
Caronte había llegado por mí.
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