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Foto del escritorANMIR MARTZ

Búho

Toda esta distancia me atraviesa,

ahora nada me aparta.

Siempre es la ausencia

lo que nos da lugar

y siempre es tu canto

el que me hace predecir

lo que no llegaré a (a)sentir.


Búho, tú siempre estás invocando a Dios

y yo siempre estoy inventando tu alma,

todos necesitamos creer

lo que sea que sobrelleve nuestro ser.


Me conmueves,

te conviertes,

y el latido crece

y al aliento alcanza,

cúbreme de amores

con tu sombra de corazones

y deja nuestras soledades

en donde no pertenecemos,

mi noche está hecha para tus giros,

soy yo quien no puede cambiar.


Me recargo en aves ausentes

solo para que emprendan vuelo

y el cielo se empieza a desplumar

como si solo se tratara de las nubes

que guían a las aves a migrar,

búho, ¿te quedarás?

no, pero yo digo:


De lejos, un búho,

¿acaso no es el silencio

lo que nos acerca?


Se acerca el búho con su canto,

es un suspiro cargado

y una voz desorientada

iluminando a mi noche.


Y en alguna noche de marzo a las 7:40 p.m.

me encontré con un búho pequeño,

compartimos un silencio puro

y me acerqué con cuidado,

tenía miedo de asustarlo,

siempre fue real,

su vuelo y mi hálito

se convierten en uno mismo,

todo es ausencia

y lo que mi alma en ella presencia:

todo es presencia.


 

Presencia de presenciar y presencia tal cual, muy poeta.


Ya he escrito dos poemas donde menciono a los búhos, en Ululato y Aves nocturnas, pero el 2 de marzo había uno afuera de mi casa y tenía que escribirle un poema sí o sí. Muy posiblemente al verlo dije: ¿acaso vivo en el Bosque de los Cien Acres?




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