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Taza

Todo acabó

y dejé mi taza en el fregadero

con la esperanza de volver a servirme café

en un rato más,

ahora me niego a quitarla de ahí.


Todo acabó

y mi taza aún está en el fregadero,

he podido lavar todo

menos eso,

ha pasado tanto tiempo

que ahora se ha convertido en algo más de la decoración,

su opacidad se refleja en los mosaicos

y no sé qué señal estoy tratando de captar.


Todo acabó

y no me atrevo a tocar esa taza,

entre nosotros es el único cuerpo vivo,

urna de mi corazón.


Todo acabó

y mi taza aún sigue en el fregadero,

no sé qué trato de ver en el fondo,

en su orilla empieza una grieta

así que me atrevo a ir a la profundidad de un mar muerto.


Todo se va

y todo se queda,

son las diferentes formas

las que llenan las ausencias,

¿cómo se sellan?


No hablaré de lo qué significó,

no tengo el poder de inventar palabras,

además que mi vocabulario cada vez es más escaso,

¿te has puesto a sentir mi silencio?

deja de asentir ante mi silencio,

por favor.


Todo acabó

y ni siquiera me di cuenta,

entiendo que las cosas se terminen,

pero necesitaba otro tipo de cierre,

y no es tu culpa, no realmente.


Es momento de tirar aquella taza,

solo que no quiero ver su marca,

dejaré que las ratas encuentren un hogar ahí

y les hablaré de ti

para que ellas me digan “qué desagradable”,

entonces, finalmente, tiraré la taza

y me tendré que despedir de algo más.


No sabía que ese sería el último café,

el último sorbo todavía debería estar preparándose,

ojalá hubiera tenido el poder de haber hecho algo al respecto,

tan solo decir un buen adiós,

no queda más que desear lo mejor.


A pesar de saber que había terminado,

dejé la taza en el fregadero

con la ilusión de que solo era un mal tiempo,

ahora sé que era la vida

y ningún futuro podrá resolverlo,

así que ya no (te) espero.


Ojalá hubiera durado un momento más…

inmortalizarte

solo me matará.


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