Mi abuela solía dar los mejores abrazos,
era de esos que sentías en el pecho dos corazones
hechos de amor mutuo.
Los latidos sonaban mejor que la mejor canción
y te motivaba a soñar teniendo la oportunidad de hacerlo realidad.
Sus abrazos eran un hogar
quizá el paraíso
o tal vez solo mi lugar favorito.
Ella quizá no sanaba,
pero hacía sentir que estabas a salvo.
Transmitía demasiado,
su alma era poderosa
y usaba su magia para nuestro bien,
siempre dio lo mejor de sí misma
y era feliz por las sonrisas que le entregábamos.
Eran los abrazos perfectos
y sé que la perfección no existe,
quizá no era humana,
tal vez era un ángel.
Todo era tan cálido,
tan suave como las alas.
He dado muchos abrazos
y en algunos ni siquiera siento,
algunos me sorprenden,
aquellos que me hacen sonreír,
unos me hacen tan feliz,
unos son largos
y otros apretados como si de encajar se tratara.
Sus abrazos nos hacían sentir alegría,
sobretodo calma,
mi corazón danzaba suavemente
y su amor siempre me hizo fuerte.
En sus abrazos,
los latidos no se aceleraban,
pero el amor aumentaba.
Yo solo escribo, mi historia y tu interpretación de la poesía pueden ser distintas, pero siéntete libre de compartirme tu interpretación, opinión, la frase que más te haya gustado o lo que quieras en los comentarios. Gracias por leerme.
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