Ayer el cielo se puso naranjita,
me detuve observarlo
esperando un cambio,
un tono más,
pero daba igual,
era el mismo color.
Parecían pinceladas
que jamás terminaron su objetivo,
luego todo se oscureció,
¿el pintor se consumió?
Luz tenue,
jamás fue un atardecer,
las nubes no estaban en llamas,
el cielo jamás ardió.
El sol ya estaba oculto
y yo estaba esperando ver cómo se escondía,
lo vi de alguna forma
aunque no era lo que esperaba.
Me senté frente al mar,
observé cada ola,
observé cada nube,
sentí la brisa,
sentí cada pincelada,
sentí mi sonrisa,
pequeña felicidad.
Me di un tiempo
para contemplar el cielo
y en esa pausa, regresé a mí.
Ayer el sol se quiso poner naranjita
en un atardecer que era azul,
jamás vi el sol
ni ninguno de sus rayos,
solo nubes que parecían pinceladas.
Dicen que el atardecer enseña a dejar ir,
pero en esta soledad nos cubren las estrellas,
me aferro a ellas.
Dicen que el atardecer enseña a dejar ir,
¿el alba es solo una esperanza?
Luz tenue,
jamás fue un atardecer,
las nubes no estaban en llamas,
el cielo jamás ardió,
el fuego de las estrellas lo alimentó.
Esperé un atardecer
y no era colorido como deseé,
¿por qué lo sería si el sol se está queriendo apagar?
¡Qué belleza de tarde!
esperé un atardecer
y no llegó como tal,
solo su hora transcurría,
la mayor parte del cielo era azul,
no me quedo más que vivir el momento y sentir
aun si estaba esperando el más bello atardecer,
disfruté y no me decepcioné,
ojalá así funcionara el resto de la vida.
Tus líneas me transportan a un lugar hermoso. Me haces imaginar cada lugar y volver a sentir la brisa en mi piel. Te imaginé a ti plena y lo resumí en lo último que cité: tu sonrisa y tu pequeña felicidad.