Nos conocimos
y al final no llegamos a entendernos.
Quité mis muros para ti
y nunca pudiste ver más allá de mí.
Siempre fui abierta y honesta,
ahora estoy cerrando la puerta,
espero que todo esto sea una mentira.
Me buscarás en mi poesía
tratando de encontrarte
en vez de encontrarme,
¿todo esto sigue tratándose solo de ti?,
¿y qué hay de mí?,
¿alguna vez realmente estuve allí?
Quédate con lo que quieras,
pero quédate sin mí,
déjame ir.
Mis balas no pueden ir muy lejos
y has estado apuntando todas mis armas hacia mí,
he estado desangrándome,
y al no llorar se supone que estoy bien.
No te mostré mis mapas
para que encontraras un camino
en donde me pudiera perder.
En el acantilado grité
“¿qué es cierto
cuando no hay un sentimiento?”
odiar a mi corazón
no me aliviará del dolor.
Todos vivimos entre enigmas,
aunque la respuesta nos libera,
no nos cura.
He estado luchando contra este sentimiento,
cederé y perderé,
estaré bien.
Te conté las historias de mis heridas
porque estaba sanando,
las abriste
y nunca sangré tanto.
No tengo ganas de hablar con nadie,
aunque sé que no me puedo encerrar en mí
porque me abrí a quien no debí,
mis amigos no tienen la culpa,
a veces mis inseguridades toman mi voz cuando hablo con ellos
y jamás fueron ellos los que me hicieron preguntarme
por qué soy tan insuficiente,
sé que no lo fui,
¿y qué demonios fui?
Sigo caminando entre las brasas de mi infierno,
jamás fui una santa,
pero ¿merecía eso?
Lloré por sentirme insuficiente,
no encontré consuelo entre las lágrimas
y cuando todas cayeron
supe que tenía que salir de ahí.
Y si alguien me va a herir,
está bien porque no sabrá a qué punto atacar,
será algo inocente,
podré perdonarlo,
contigo no sé si algún día seré capaz.
Y no sé por qué escribo poesía
si todo se resume en un: a la mierda.
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