No sé por qué las carreteras me provocan cierto tipo de nostalgia,
tal vez es por la fragilidad y el cristal,
o porque finalmente puedo decir que todo se siente tan lejano,
ven y llévame a todos los horizontes posibles
para olvidarme de nuestras líneas paralelas.
No sé por qué las carreteras me provocan cierto sentir,
no sé si es nostalgia o solo familiaridad
por no saber cuál es el camino.
El aire está sacudiendo algo más que mi cabello,
¿quién dejó la ventanilla abierta de mi alma?
se empiezan a desbordar los sentimientos
y ojalá salieran al campo abierto y asfixiaran al cielo,
pero no, se quedan en el asiento junto a mí
hasta que me dan ganas de salir de ahí.
El paisaje y mis terribles ganas de llorar,
¿y si siempre me quedo en medio de la nada?
Me mantengo callada en todo el camino,
cuento los kilómetros sin ninguna prisa
y capto lo que puedo detallar de todo ese espacio,
aquellos árboles o solo el pasto,
las comunidades lejanas y las vacas,
las formas de las nubes y los trazos de mi alma,
el principio y el fin,
las señales del camino y los abismos reunidos.
¿En mi vida pasada morí en un accidente en carretera
o por qué veo toda mi vida a través del cristal?
no lo sé, pero no lo leeré a Camus mientras voy en un auto.
No sé el porqué las carreteras me provocan cierto tipo de nostalgia
y está bien porque será el viento lo que secará a mis lágrimas.
Albert Camus, un día antes de morir dijo “No conozco nada más idiota que morir en un accidente de auto”, y en efecto, murió de esa forma “absurda”, absurdo en vida, absurdo en su vida, todo equilibrado y nada.
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