Cuando tus alas arrancaron su vuelo,
mi corazón se arrancó de mí,
por mucho tiempo no hubo un latir
que me diera un vivir.
Cuando tus ojos se cerraron,
mis ojos se cristalizaron
y a la vez, se oscurecieron.
Sé que cuando perdiste la batalla
ganaste la paz que tanto suplicabas,
pero debo aceptar que viví en guerra por un par de años,
sobreviví de aquellos daños.
Jamás me pude despedir de ti,
tenía esperanza que el Alba nos iluminara,
ahora sé que estás brillando en una estrella.
Jamás me pude despedir de ti,
las palabras jamás me alcanzarán,
¿dónde estás?
Lloré tanto en aquella noche,
llené la soledad de mi cama con lágrimas
y te juro que necesité de un abrazo,
pero todos estaban sosteniendo las piezas de sus corazones rotos,
yo no quise saber nada de mí, solo de ti.
Mi corazón se rompió en millones de pedazos,
tú siempre fuiste ese uno en un millón, ¿lo sabes?
Lloré tanto aquella noche,
me sequé las lágrimas
y algo se secó en mi corazón,
ninguna primavera floreció como tu jardín lo hacía.
Mientras tú estabas en el cielo
yo me enfrentaba en mi propio infierno,
lo recorrí sola, aún tengo las marcas de aquellas quemaduras,
y aunque lo niego, aún no puedo perdonar a mis papás por dejarme sola,
pero mamá al estar enfrentándose con tu fantasma,
luchaba contra sus propios demonios,
porque su ángel había volado lejos.
Estuve sola cuando más necesitaba de alguien,
papá sigue hablando de Dios, pero nunca se puso a hablar con sus hijos
y hasta la fecha no sabe que tuve que enfrentarme con unos demonios,
es un tema que solo hablaré en terapia,
él y yo ni siquiera nos comunicamos,
hubo un tiempo, no sé si tú aún estabas o te acababas de ir, donde yo si le demostraba mi cariño y él lo rechazaba,
me prometí a mi misma no esforzarme y me rendí,
sé que me quiere,
pero su amor también me rompió el corazón
y he aprendido a sanar sola.
Él posiblemente lea esto y hable con mamá,
ella tal vez le cuente ciertas cosas,
porque sé que él y yo no vamos a hablar al respecto
o sobre otro tema que no sea una pequeña conversación,
sé lo que me dirías comenzando con un “es tu papá”
y dándome una charla reflexiva sobre la familia,
yo solo te escucharía y asentiría, pero no estuviera de acuerdo,
creo que la familia va más allá de la sangre
y si realmente me quisieran no me hubiesen hecho sangrar tanto,
la buena noticia es que perdí tanta sangre que tal vez ya no estén ahí, en mí.
No miento cuando digo que cuando te perdí lo perdí todo,
sobretodo me perdí a mí y nadie se dio cuenta de eso,
empecé a escribir poesía porque mi historia no era buena,
escribía poesía rota, Luis me leyó y de alguna manera,
me hizo darme cuenta de cosas que tenía dentro de mí
cuando yo solo sentía mi vacío.
Me enamoré de la poesía de alguien
y de alguna manera, me inspiró a encontrarme,
su apellido es Griss y mi vida se sentía justo así.
A los meses que te perdí,
encontré algunas amistades,
ellos, Neymar y mi poesía fueron lo mejor de mi peor época,
aún recuerdo nuestras tardes
y a veces me pregunto si es demasiado tarde.
Después de ti tuve tanto miedo de sentir,
me han gustado algunos chicos, sí,
pero siempre intenté reprimir mis sentimientos
y nunca entregué mi corazón, no por completo,
de todas maneras estaba roto.
Sé que lo sabes, siempre fui una niña insegura,
pero creía en ti cuando me decías que todo estaría bien,
cuando tú te fuiste, nadie me dijo esas palabras,
realmente nadie me dijo nada
y las voces de mi mente fueron gritos mientras yo me quedaba callada.
Sé que lo sabes, siempre fui una niña insegura,
pero contigo no me importaba, entre tus brazos estaba segura,
cuando tú te fuiste todo lo que oculté sobre mis sentimientos me dejó en el vacío.
Siempre fui una niña insegura,
es demasiado tarde para negarlo,
pero nunca es demasiado tarde para superarlo,
en aquel tiempo sentía que si te tenía a ti, lo demás no importaba,
tú eras mi pilar, todo cayó sobre mí.
Siempre me sentí insuficiente, con cualquier persona,
porque hubo ciertas personas que así me lo hicieron ver desde que era muy pequeña,
y nunca hubo nadie que me dijera lo contrario,
que me hiciera ver lo mejor de mí,
de alguna manera volví a cuando era una bebé
y temía en cada paso haciéndome tropezar,
pero en ese entonces mis caderas y hombros no estaban desarrollados
así que caía en cualquier lado,
después solo fue mi corazón roto temiendo que sus piezas cayeran
por donde caminara.
Tú cuidabas a mi hermano cuando yo iba a terapia de lenguaje,
aún no entiendo como cualquier palabra quería decirla con la “ch”, ese era mi comodín y al usarlo, todos perdían su paciencia,
empleaba mal las letras, no se me entendía casi ninguna palabra,
incluso mi primer grosería fue sin querer,
porque no sabía hablar y alguien jugó con eso haciéndome decir
“yo no ero babosha” en vez de “yo no soy enfadosa”
después de ti empecé a decir tantas groserías
solo porque no sentía que nada de lo que dijera valdría la pena,
por supuesto que tu hija me regañó,
luego se rindió, de tantas formas conmigo
y te pido perdón a ti por haberle roto el corazón.
De pequeña fui un tiempo a terapia física,
mis papás se preocuparon tanto para que pudiera caminar y no caer,
pero de bebé ellos me solían sostener,
después caminé sobre las brasas
y él dejó caer más fuego sobre mí.
De pequeña fui un tiempo a terapia de lenguaje,
mis papás se preocupaban por mí, querían que yo aprendiera a hablar bien,
después silenciaron mi voz y nunca aprendí a defenderme,
pero tú me decías que todo estaría bien y yo te creía,
rompieron mi corazón, pero yo tenía tu amor,
cuando tu corazón dejó de latir, todo cayó sobre mí
y lo que más dolió fue saber que tú ya estabas enterrada.
Me aferré al dolor por un tiempo
porque necesitaba sentir algo,
nunca deseé el amor porque siempre creí que no lo merecía,
aprendí tanto en mi soledad
que me dije que no necesitaba de una compañía
o alguien a quien darle mi corazón,
porque de alguna manera, yo era quien necesitaba de mis latidos.
Mi mamá se alejó de su familia
y nuestra unión estaba llena de enredos,
tal vez con los nudos de nuestra garganta,
ninguna sabía que decir,
pero cada vez que yo llegaba de la secundaria
ella me recibía con un beso y abrazo
mientras me decía “muñequita, ¿cómo te fue en la escuela?”
siempre le respondí “bien”,
así que ella sonreía al oír aquella simple palabra,
jamás le mentí en eso,
pero esa tranquilidad fue construida en mi inestabilidad,
ella debió cambiar sus palabras, “muñequita, ¿Cómo te sentiste hoy?”,
te juro que le hubiera dicho toda la verdad,
ahora ella la sabe y se lamenta,
te juro que nunca he querido hacerla llorar
y espero que tú me sepas perdonar.
Sé que mi mamá si veía mi dolor,
pero nunca supo que hacer,
se alejó porque temía romperme,
ella también estaba destruida,
pudimos habernos reconstruido juntas,
pero no fue así.
En mi cumpleaños lloré de felicidad al recibir ciertas felicitaciones
y recibí algunos mensajes de personas que realmente no esperaba,
mi corazón fue demasiado feliz,
pero mi mamá me confesó dos cosas y no supe que sentir,
cenamos en la terraza con las luces navideñas
y brindé por ti, porque de alguna manera me salvaste.
Aldair, mi papá y mi mamá me escribieron cartas de cumpleaños,
lo de Aldair fue más bien una tarjeta,
pero me dijo algo que nunca me había dicho
y mentiría si dijera que no lloré de felicidad,
papá dibujó aquellos dibujos que tengo grabados en mi mente,
siempre los tatuó en el papel
y tienen demasiado significado para esta familia,
en cambio mamá, me expresó su amor por mí,
pero me dejó ver su corazón aun más cerca,
me confesó dos cosas que me hicieron llorar
mientras sonreía susurrando tu nombre,
te debo tanto, gracias,
y aún no lo hablo con nadie,
estuve a punto de decírselo a Eduardo,
pero aún no encuentro el momento,
él tiene mi confianza y sobretodo para esos aspectos,
él me dijo que un día le leyera la poesía de mi mamá
y aquella carta, aunque es demasiado personal, sé que le encantará y entenderá,
tiene tu magia con la tinta de mamá.
En estos últimos tres años he crecido tanto,
en mi poesía podrías notar mis cambios,
pero mi cosa favorita de todo este tiempo ha sido crecer junto con Mafer,
sé que ella te agradaría demasiado,
mi mamá puede ver un poco de ella y Carolina en nosotras,
así que no necesito decir más
para que entiendas la huella que hemos dejado
diciendo que queremos quedarnos,
solo que, por supuesto, la amistad de ellas era más madura,
pero con Mafer puedo ser cualquier versión,
desde la más estúpida hasta la más profunda,
puedo ser quien soy o convertirme en alguien mejor,
ser psicóloga y a la vez paciente,
y con ella está bien estar mal.
Por cierto, ya la llevé a tu casa y conoce a toda nuestra familia,
es muy linda con Sofía y Elisa, evitó mucho decirme perra enfrente de ellas,
ahora me dice muñequita, aunque ese apodo empezó como burla,
ella entiende los suspiros de mi mamá
y no juzga la actitud de Aldair,
reparte el pastel en las fiestas familiares
y sé que si tú estuviera aquí te daría la mejor rebanada.
Cursaré 7º semestre en la universidad
y siento que me falta mucho por aprender.
Te perdí la primer semana de segundo de secundaria,
recuerdo que la primer semana de tercer año
me enfermé tanto que no podía hablar,
una amiga tuvo que decir mi nombre
porque no me podía presentar ante los profesores,
realmente mi voz no salía para nada,
me quedé con tantas palabras sin decir en ese tiempo.
Sé que siempre fui una niña enfermiza,
pero en la secundaria todo empeoró,
mis sentimientos eran un desastre
que me hacían enfermar cada dos semanas,
falté un par de veces a la escuela,
recuerdo que una vez dos de mis amigas me llamaron
y me dijeron que me iban a visitar porque había faltado,
fui tan afortunada, aún tengo contacto con ellas
y agradezco las segundas oportunidades por eso.
Hubo una vez que realmente no estaba enferma,
lo recuerdo bien, fue diciembre del 2013,
pero me sentía terrible emocionalmente,
falté por tres días,
por esas fechas era un desastre,
tuve un examen el cual solo pude contestar mi nombre,
nunca he sido buena en matemáticas,
pero mi mente permaneció en blanco,
como en el vacío donde últimamente había estado,
controlé mi respiración antes de que mis latidos me hicieran caer,
hablé con la maestra y todo se solucionó,
pero no pude solucionar aquel examen,
en ese tiempo siempre dije que me importaba más mi salud mental
que mis calificaciones,
que si perdía mi poca salud mental habría perdido todo
y mis buenas calificaciones no me salvarían.
En la prepa aprendí a controlar mis emociones y conservar la calma,
y que no importaba lo que sentía,
sino lo que hacía con la fuerza o debilidad de mis sentimientos,
pero debo admitir que hubo un tiempo donde lloraba cada domingo,
supongo que era la nostalgia,
y otro en donde cada semana había un día donde permanecía despierta
e iba así a la escuela,
afortunadamente mi energía no se vio afectada,
pero algo andaba mal en mí, aun así intenté sobrellevar todo.
Crecí entre olas
que me derrumbaban
y sombras que me apagaban.
En el 2016 le dije a mi mamá que se acercara a su familia,
ella había estado evitado ir a tu casa porque todo se sentía tan extraño,
así que empezamos a ir a la casa de mi tía Norma,
Elisa tenía 3 años y medio, me solía evitar porque no me conocía
y no mentiré, si dolía, sobretodo saber que ella crecería
y yo sería solo un cuerpo que ella distinguiera,
pero no un alma que ella conociera o explorara,
aún recuerdo nuestra primera conversación,
ella tenía unos tenis de Frozen
entonces me presenté diciéndole que yo me llamaba An(n)a
como la princesa de Arendelle,
su voz fue tímida, pero fue un buen comienzo
y me di cuenta que no solo perdí lo que solía tener, sino lo que jamás tuve.
Mi amistad con ella empezó a fluir,
recuerdo que mientras caminábamos por el corral
ella tomó mi mano tímidamente,
yo sonreí y te juro que fui feliz.
Empezamos a ir con más frecuencia,
mi tía Norma nos empezó a invitar a comer
y debo admitir que amo el sazón de tus hijas porque es como el tuyo.
Todo estaba saliendo bien,
también estaba tratando de llevarme con Alicia,
hubo una tarde de agosto que llevé el Jenga
y jugamos con nuestras sobrinas,
Alexia me mandó mensaje diciendo que extrañaba hacer eso con nosotras
así que la invité y a los días fue,
recuperamos parte de nuestra infancia aquella tarde,
jugamos a los colores, escondidas y corríamos por tu casa,
fui tan feliz ese día,
la felicidad duró poco, papá Tanito murió a los días,
mamá volvió a intentar alejarse de la familia
porque demasiadas cosas dolían,
hubo un tiempo donde pensé
“que bueno que su corazón dejó de latir
antes de vivir en todo este desastre,
porque si estuviera aquí su corazón se rompería en millones de pedazos
y puedo soportar mi corazón roto, pero no el de ella”. De alguna manera mi unión con Elisa nos acercó a la familia,
Sofía nació en ese diciembre, la conocí desde el primer día,
ha crecido tanto y mi amor por esas niñas solo ha aumentado.
Aldair tiene unas semanas que dejó la casa
y formó un hogar con Wendy y dos perritas, África y Ronda,
sorprendentemente aún no destruye su casa,
pero creo que Ronda lo hará.
De alguna manera él me acostumbró a su ausencia antes de irse,
he de admitir que cuando veo la puerta de su cuarto abierta,
espero verlo ahí,
escucharlo decirme “¿Qué onda, wey”?
y responderle “Hola wey”,
o que me enfade para ver una película y sonreír al verlo reír.
Sé que jamás lo hubieras imaginado,
pero estamos en medio de una pandemia,
se supone que todos deberían quedarse en casa,
pero no lo hacen y solo alargan más
lo que se supone que debería ser una cuarentena.
Al principio mis emociones estaban por todos lados, pero no conmigo,
me costó un poco adaptarme,
no al estar en casa, sino a la realidad,
pero de algún modo, todo siempre ha sido incierto,
solo que a veces la incertidumbre pega más.
Al principio tuve alguna que otra crisis existencial,
pero eran cosas que habían estado en mi cabeza un par de semanas antes
de que todo comenzara, he logrado superarlo,
y si quieres la verdad, tener a Bailey me ha ayudado,
jamás le había dado tanto cariño a alguien, lo sé, es mi mascota,
pero tengo un tiempo para acá que me hice amante perruna,
creo que fue cuando perdí a Neymar
y me di cuenta de todo lo que desaproveché al principio,
de todo el amor que guardé en los primeros años,
perderlo me dolió demasiado,
pero jamás lloré, no me malinterpretes, por favor,
para mí llorar significaba aceptar que lo había perdido para siempre
y admito que aún espero que regrese,
aún guardo una pequeña esperanza,
una chispa en medio de toda la oscuridad.
Debo agradecerte a ti, por haberlo traído a mi vida justo en el año que te fuiste,
él me cuidó bastante bien
y me ayudó a bajar los muros que colocaba,
lo extraño, siempre lo haré,
así que te pediré un favor, asegúrate que esté bien, donde quiere que esté,
él fue el único que me cuidó y estuvo en mis crisis emocionales,
que estuvo conmigo en mi oscuridad y a la vez, en el fuego de mi infierno,
lo amo, y sé que él lo sabe,
incluso Bailey lo sabe.
Este último año he aprendido a dejar mi orgullo a un lado y acercarme,
creo en las segundas oportunidades,
es una lástima que Dios no nos haya dado un milagro contigo,
considero que tú fuiste un milagro en mi vida, el ángel de mi alma,
mi paraíso y mi hogar.
8 años sin ti
y aún estoy segura que te amaré por siempre.
Aprendí tanto de ti en tu vida así como en tu muerte,
los aprendizajes más difíciles fueron en la vida después de ti,
pero apuesto que estarías orgullosa de mí.
Sé que no te gustará, pero me quiero tatuar,
la palabra Clean por una canción de Taylor Swift
y la palabra poesía porque no hay nada más significativo para mí,
aunque la tinta me haya manchado un par de veces,
la poesía me limpió.
Siento que ya estoy completa, bueno, no tan rota,
pero debo admitir que deseo que esto que soy
ni siquiera sea la mitad de lo que me convertiré.
Amo quien soy hoy,
pero debo admitir que deseo que esto que soy solo sea una estrella
entre todo el universo que deseo.
No quiero destruirme,
solo des-construirme,
he estado aprendiendo y desaprendiendo,
me he estado reconstruyendo,
cambié las ventanas para poder ver claramente
y la puerta ya no tiene miles de candados.
Te prometo que algún día voy a amar,
pero le seguiré siendo fiel a quien soy.
Sé que hubo una gran parte de mi vida donde estuve callada,
mi vida se basó en las palabras de otros
y esa jamás será mi historia.
Los hilos que colgaban en mi espalda
se convirtieron en una soga en mi cuello,
fui una marioneta hecha de papel,
tan rota como la poesía que corta con su filo.
Los 21 llegaron con una cifra más
y estoy tratando de alcanzar el infinito.
He estado en la sombra
y me he apagado,
sé que la luz puede ser un reflector o un faro,
sé que una chispa puede provocar un incendio
y estoy tratando de aprender a utilizar mi luz propia.
He tropezado, he caído,
me he roto, me he destrozado,
me dejé de sentir y luego me odié,
pero he aprendido de todo y en mi nada.
Ha pasado un gran tiempo,
he crecido entre mi poesía,
la poesía fue mi segunda oportunidad.
Supongo que falta mucho por decir,
pero cuando miró una estrella pienso en ti.
Espero que estés bien,
yo estoy bien,
he aprendido a dejar las cosas atrás,
pero sé que te iría a buscar para contarte sobre como he avanzado.
Espero que estés bien,
si existe el cielo, sé que estás en él,
junto con Vick y todos los que te rompieron el corazón al marcharse.
Si jamás me llego a reencontrar contigo,
ten por seguro que jamás dejaste de estar dentro de mí,
fuiste lo único que traté de salvar cuando se rompió mi corazón.
¿Dónde debo enviar esta carta?
Sé que conoces mis letras
porque tú conociste mi alma.
Te amaré por siempre,
siempre tuya,
la pequeña más pequeña de las pequeñas
que ya creció,
Ana Mercedes, ahora, Ana Miranda.
No recuerdo cuando fue la última poesía donde lloré, según yo jamás he llorado al escribir (al menos que esté llorando y quiera escribir), pero debo admitir que en ésta mis lágrimas se acumularon en mis ojos al escribir cuatro versos en distintos tiempos, y mis lágrimas lucharon por no caer al leer la poesía, mi voz se rompió y finalmente estaba tratando de recitar una poesía, supongo que le di más sentimiento.
Las poesías hacia mi abuela o mi familia siempre serán las poesías más personales, pero estoy harta de guardar tanto para mí. Creo que jamás he sido tan vulnerable como en esta poesía, que realmente es una carta.
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Perdón por no verte y no sostenerte en un abrazo eterno.
Perdón porque te transmití mi dolor, mi llanto, mi ausencia...
Perdón porque me perdí y al mismo tiempo te perdí.
Siempre estaré junto a ti y dentro de ti.
El haber perdido a mi mamá fue lo más doloroso después de haber perdido a Vick. Pero el haberme dado cuenta de que te estaba perdiendo a ti en muchas formas, es lo que hizo que mi corazón se quebrantara, se desmoronara. Te quise recuperar y quise borrar en ti tantas cosas, pero hay muchas de ellas que no he podido sacar de tu corazón.
Sé que el amor hacia mi mamá te ha mantenido firme, pero también sé que…