Desperté mordiendo mi lengua,
entonces me pregunté si estaba tratando de retener alguna palabra,
¿no son las incertidumbres quienes forman los nudos en la garganta?,
¿estoy afilando los dientes para romperlos?
¿o son mis colmillos los que quieren beber de mi sangre?
soy mi propia presa, ¿mi cuerpo qué está haciendo conmigo?
¿yo qué estoy haciendo con mi ser?
La mente se vuelve un péndulo,
el corazón en un espiral,
de caracol, quizá,
entonces mi corazón se contrae entre latido y latido,
se retuerce tu cuchillo,
va lento este proceso,
cada vez se nos hace más tarde
y ya no hay tiempo para el ayer
ni para el mañana,
hoy todo es presente,
hoy todo es ausente,
y yo sigo teniendo dudas,
mas no te pregunto nada,
porque nada será la respuesta.
La mente se vuelve un péndulo,
va de aquí a allá,
la balanza danza,
e inestablemente se vuelve en una bola demoledora,
porque todo se trasforma,
pero nada es nada.
Te bebes las lágrimas
y yo trago mis palabras,
despierto mordiéndome la lengua,
ya nada sabe a nada,
ya nada se sabe.
El martes pasado dejaron de tarea en el taller escribir en un diario intimo, luego esa entrada volverlo un poema.
Durante la semana no escribí, solo cosas que vi, como ayer una pluma que colgaba de una hoja de un árbol (que claramente haré un poema de eso), antier un búho en los árboles de enfrente (que también escribriré de eso), una mantis en mi jardín. También en la semana (y antes) he estado despertando mordiendome la lengua, cuestión que tengo que revisar con la dentista porque no voy al psicólogo (me di de alta yo solita), pero claramente sabía qué se podía hacer un poema al respecto, usando esas referencias y buscando otras representaciones. Y nada.
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