Diluvio
- ANMIR MARTZ
- 10 mar
- 1 Min. de lectura
Hubo un diluvio,
de las dos barcas
elegiste la de Caronte,
tuve que poner las monedas en tus ojos,
él dijo que llegarías a salvo,
estás bien,
las voces me dicen que tenías que perderme
para encontrarte,
está bien,
aunque eso aún me duele,
no sé por qué,
¿hay un porqué?
A veces aún lanzo una moneda al aire
tratando de ver tu cara,
pero lo único que me sale es (el) sello,
lo que compuso tu orgullo.
Tal vez debería arrojar cada moneda
hasta encontrar el valor en la duda,
en la vida,
lo hago cuando construyo memorias,
pero me deshago cuando me destruyen las nostalgias.
Me aferro a mis cartas,
he usado hasta mi último centavo
en desgastarme en la tinta,
tú sabes que no necesito más.
Usaré mi última moneda,
verteré cera en ella,
la usaré como el sello de mis cartas,
estaremos a mano,
parecerá algo digno.
Hubo un diluvio,
de las dos barcas
elegiste la de Caronte,
tuve que poner mis mejores monedas en tus ojos,
nunca resplandeció tanto tu mirada
como cuando ya no me mirabas.
Hubo un diluvio,
todo se volvió un río
eterno,
luché con cada corriente,
luché con cada ente,
el lagrimeo
me condujo a Leteo.
En el poema Leteo "fue el mismo aleteo lo que me llevó a Leteo"
En diluvio "el lagrimeo me condujo a Leteo".
Debería hacer un poemario hablando sobre el río del olvido. Hace días andaba pensando en el poema Río, le tengo mucho cariño.
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