Abrí mi soledad como una herida
para así expulsar todo de mí,
no hay necesidad de un epitafio,
todo lo escrito dentro de mis paredes
será la verdad
y me aseguraré que nadie pueda atravesarlas.
He cortado todos los lazos
y me envuelvo en las tiras que quedaron sueltas,
siento como si estuviera en espera de una estrella fugaz
en medio de los rayos de sol,
sé que hay una vida deslumbrante allá afuera,
pero me he vuelto tan jodidamente deprimida.
Mi corazón suele convertir a las cosas que amo en piedras,
así que voy a un par de lápidas
y nunca sé qué decirles,
“desearía haber sido yo”, tal vez pensé,
no sé cómo explicar que solo encuentro mis palabras
cuando me olvido de las voces que me apreciaban.
Es mi silencio lo que me encadena,
¿puedes escuchar mis cadenas
o también aprendieron a no emitir ningún ruido?
yo jamás quise crear un disturbio,
ser una tonta molestia.
He estado sintiéndome un pez
por las cicatrices que parecen escamas,
no me queda más que abrir mi soledad como una herida
porque si alguna vez fui algo fue un pez fuera del agua,
no sé cómo pertenecer o permanecer
y hoy ni siquiera puedo lamentarlo.
De soledades voy
y de soledades vengo,
ya no se escuchan los ecos,
ya no te recuerdo ni invento.
Y donde alguna vez estuvo mi alma
ahora habita un abismo
donde mi ser se orilla,
¿para qué saltar si siempre estoy cayendo?
Dios mío, por favor, no.
Abrí mi soledad como una herida
para así expulsar todo de mí
y no quiero que seas el exilio
donde existo.
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