El periódico
- ANMIR MARTZ
- 8 mar
- 2 Min. de lectura
La tinta del periódico
ha estado defectuosa,
mancha a quien lo toca.
Entonces ellos cierran las noticias de golpe,
parece que dieron un puñetazo,
ahí sigue la sangre.
Toda tuya,
ahora no es de nadie.
Corrigieron los problemas con la tinta
y de pronto todo empezó a estar con letra pequeña,
al leer los ojos empiezan a arder,
a veces se extienden a otras partes del ser.
Por el tamaño de la letra
se han ocupado menos hojas,
esto ha generado otra problemática,
el reducir el material
provoca que ya no quepan tantas noticias
y a la vez parecen ser de una misma historia
que jamás termina.
La gente empezó a subrayar
para dar sus propios titulares,
otros mientras leen
parecen que piden café
“lo de siempre”
y se lo beben caliente,
sin que se les hierva la garganta,
la sangre ni las entrañas.
Han llenado las hojas de publicidad,
de cosas engañosas,
los tontos creen
y ya nadie tiene fe.
El periódico ha ido acumulándose,
deberíamos de reutilizarlo,
pero nadie lo querría como envoltura de regalo.
Así que lo ponemos en un rincón
donde no moleste a nadie
y seguirás con tu vida como si nada.
Los negocios han quebrado,
se tienen que ocupar los espacios,
hacer un montaje con ellos.
Enseguida de la plaza de toros
se ha puesto una carpa de circo,
ya no tiene nada de raro ver
“hombres con malformaciones” por las calles,
al parecer ya nada te sorprende,
pero sigue el espectáculo,
sobre el patíbulo.
Crímenes y más crímenes,
inseguridad y más muertes,
solo revisas el clima
para saber a qué hora va a anochecer.
La imprenta de los periódicos sigue en reparación,
parece que no hay salvación,
algunas personas empezaron a escribir
en los márgenes sobre la verdad,
se han vuelto tiras,
algo que tiras,
aquí no pasa nada.
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