Él se alejó de la multitud, no soportaba más el olor a ramos de flores, sus lágrimas querían salir y ser lloradas como nunca antes, el sufrimiento apenas empezaba y recordar le iba a doler para siempre. Su hermano tomó el viaje hacia el cielo, apenas iniciaba su eternidad, pero los que se quedaron en el mundo les tocaba llenar la maleta de lágrimas, de cargar con gran peso de los recuerdos y el vacío sin su presencia.
Él abandonó el panteón y mientras conducía por la ciudad no dejaba de observar cada lugar, se perdía en los recuerdos mientras quería encontrarlo. Encendió la radio y solo había canciones tristes, las canciones iban a un ritmo sincronizado y sus latidos no dejaban de golpear su pecho, estaba vivo, pero se sentía tan muerto. Después de varios minutos, después de conducir por la carretera y llegar a la ciudad, apagó el carro y se bajó para caminar, necesitaba despejar su mente, pero era imposible, pero lo que no sabía que podía encontrar la posibilidad de ser feliz, tan solo por un instante…
Llegó a un parque y se sentó en una banca, observó a los niños jugar, los niños creen ser invencibles, hasta que crecen y se dan cuenta que son frágiles y todo les afectará, pero él amaba la inocencia de los niños, el vivir felices y despreocupados por el después, solo vivir el hoy, disfrutar cada momento. Los niños estaban columpiándose, él siempre sintió que los columpios eran mágicos, él pensaba que podía volar, pero creció y sus alas se dañaron, se caía y los raspones dejaron de doler, para que la vida empezara a arder. Los niños estaban bajando de las resbaladillas, él solo los observaba, como estaban tan entusiasmados por subir a la cima y disfrutaban el resbalarse, ojalá cuando cayéramos se sintiera así, tan maravilloso, pero el caer es desastroso. Los niños estaban jugando en el sube y baja, creo que es el juego más realista de la vida. Los dos tienen que equilibrarse al mismo tiempo al bajarse o uno puede caer.
Observaba cada paso y movimiento, los niños contagiaban de felicidad, pero él no dejaba de llorar, los recuerdos estaban en su mente, recordando como él se divertía con su hermano. Todo lo hacía recordarlo.
De tanto pensar, pudo reflexionar, por fin entendió el misterio de los funerales…
Pero lo que no podía aun comprender es ¿Cómo unos ojos cerrados lo podían llevar a todos los mundos que juntos descubrieron? ¿Cómo unos ojos cerrados podían transmitir tanto? ¿Cómo una cara pálida le recordaba sus gestos y miradas? ¿Cómo verlo acostado lo hacía recordar cada anochecer y amanecer a su lado? ¿Cómo unos brazos que no podía ver, lo hacían recordar a los abrazos que le transmitían tranquilidad y seguridad? ¿Cómo unos labios secos lo podían hacer recordar las palabras dulces? ¿Por qué tenía que perder a su hermano para darse cuenta que era su mayor premio?
Él recordó la última imagen de su hermano, sus ojos cerrados le recordaban a todas sus miradas, los secretos que solo compartían viéndose, la visión que tenía sobre él. Él deseaba que su hermano lo volviera a ver y que sus ojos no se cerraran nunca más, “invítame a soñar y no duermas jamás, porque mi pesadilla comenzará” él pronunció.
Él recordó la última imagen de su hermano, su cara pálida le recordó al maquillaje que jamás utilizó, su rostro iluminado por el brillo de su sonrisa. Él era un rayito de su luz, pero entonces se apagó, lo han dejado solo en una terrible oscuridad, pero quizá esté bien después de todo.
Él recordó la última imagen de su hermano, su cara pálida le recordaba a todas las veces que por él se desveló. Él recordó la última imagen de su hermano, ojalá se tomará una fotografía mañana con su hermano, pero solo quedan fotos viejas y cartas hechas con lágrimas.
Verte acostado ahí, me hace querer quedarme dormido a tu lado, ¿Podrías darme espacio? O quizá, solamente necesito que te lleves mis vacíos. Tú siempre me llenabas, tú eras la pieza que completaba mi rompecabezas, ahora ya sin ti, seré un pedazo roto y el niño tonto que te esperara con ansias. No me llenes de dolor, por favor. No quiero sufrir, porque sé que no habrá un fin. Veo tus manos unidas, tus dedos entrelazados, eso me hace recordar cuando me sostenías. Tus brazos no están cruzados, pero a mí me has enredado.
Dicen que ninguna flor durará dos primaveras, y no sé por que te entrego flores vivas, porque tú ya estás marchitado. A mí me han deshojado, arráncame desde la raíz y ponme a tu lado. Sé que ninguna flor ha durado dos primaveras, ¿Tú crees que volverán a florecer mis flores? Si ya no les cantaré, porque a mi canción le hará falta tu armonía y a mi me hará falta tu compañía. Todo está muerto y no creo poder vivir, solo sobreviviré porque no quiero una vida sin ti.
Oh hermano, dicen que la vida sigue, pero tú detuviste la mía, así que, por favor, permíteme alcanzarte.
Él lo entendió, no es mirar el cuerpo del muerto, es no sentir el propio corazón, es sentir el vacío en el pecho. Él lo entendió, no es despedirse del cuerpo, siempre nos despedimos esperando un encuentro, pero esta vez no sería así, él no podía renunciar a su hermano. En cuanto cerraron la caja, nadie podría entrar a su corazón. En cuanto cerraron la caja, una estrella más brillaba en el cielo, pero hoy solo hay nubes grises y él no quería que la luna lo viera así, no quería contemplar las estrellas porque no serían la guía de su oscuridad, él no esperaba brillar y por eso se apagó. ¿Qué pasará con todos esos 11:11, esos sueños que ambos tenían para cumplir? Ahora sus 11:11, sus deseos serán calmar sus lágrimas y que su hermano llorara con él, que le dijeran que es un mal sueño, que en el accidente no estuvo su hermano y que él es quien está en coma, pero despertara de la pesadilla y su hermano estará enfrente de él diciéndole “por fin despiertas” con una sonrisa, y aunque su vida haya cambiado, su hermano estará en su realidad.
Él por fin ha entendido el secreto de los funerales. No es ver el cuerpo en el ataúd, no solo es ver la cara, es ver más allá, recordar la primera vez que lo vio y todos los momentos que el otro lo miró. Es recordar todas las veces que se veía espectacular y aquellas que veces que no quería que nadie lo mirara. Es que, es ver más allá, recordar cada momento que no se parezca al momento que se está viviendo. Porque en los malos tiempos, podían existir buenos momentos. Él por fin lo entendió, no es ver el cuerpo en ataúd, es ver más allá y estar consiente que nada más se mirará. No es que cierren la caja y lo entierren, es que algo finaliza y muere contigo. Él por fin lo entendió, no son los labios cerrados, son nuestros labios salados. Y esta noche, él lo va a necesitar, esta noche él no podrá dormir y en las siguientes noches con su hermano soñara. Son sus labios salados por las lágrimas que jamás aquel detendrá.
Él conocía tanto a su hermano, y sabía lo que le diría “sé fuerte y continúa para siempre” pero le detuvo la vida. En esta noche, él volverá a ser un niño pequeño, el cual irá a la habitación de sus padres porque tuvo un mal sueño, abrirá la puerta y correrá hasta la cama, pero sus padres ya no lo podrán consolar, porque están más deshechos que él, porque perder un hijo es el dolor más fuerte, es lo peor que podría suceder, pero sea cual sea el dolor, se siente, esta vez no importa quien llora más, quien se siente peor, hoy todos comparten el dolor.
Hoy él irá a la habitación de su hermano, porque siempre que tenía un mal sueño, su hermano le contaba las aventuras y sueños que compartían, chistes y cualquier tontería para hacerlo sentir mejor. En cuanto entre, las paredes crecerán. Correrá hasta la cama de su hermano tratando de encontrar la calma, pero se dará cuenta del espacio, la cama está intacta y caerá por darse cuenta de la realidad, no fue un mal sueño, la pesadilla es real y es la realidad.
Esta noche él necesitará un cuento para dormir, algo que lo haga volver a creer en las fantasías, un escape de la vida. Esta noche él necesitará de sus abrazos, pero aquellos brazos se cansaron de sostenerlo después de dejarlo ir. Esta noche él necesitará de su mirada, tanto que no se burlara de los ojos de su hermano, porque siempre decía que los suyos eran mejor que los de él, pero ahora quiere volver a verlos, porque recuerda que eran bellos.
Él no quiere ir a un panteón a llorarle, no quiere rezar un rosario, no quiere ver su nombre en una lápida, no quiere no tener con quién celebrar las victorias, fracasos, cualquier tonta celebración o los buenos cumpleaños o el nuevo día del hermano. Quiere ir con su hermano a todas partes, pero no a un panteón el día de muertos. No quiere llegar de cualquier lugar y que solo su madre le pregunte como le fue. No quiere desconocerse y por él descubrió la mejor parte del mundo. Su hermano lo salvó, pero ahora ¿sirve de algo? Porque la muerte del ser más querido, lo ha vuelto a matar y esta vez ha sido más fuerte, dejándolo sin fuerzas para enfrentar cualquier tontería, y sus hermosos ojos han dejado de brillar, solo queda el color, pero todo se opacó.
Y él entendió demasiadas cosas, y comprendió que era mejor no saberlo.
Dicen que realmente se muere cuando nadie te recuerda, pero él lo seguirá recordando aunque ya no esté viviendo, ¿Cómo llamaremos a esto?
Caminé aunque había perdido mi verdadero camino. Dejé que mis pies me llevaran a cualquier lugar, no importaba a donde, sea cual sea, él no iba a estar. Se supone que en el cielo hay una gran fiesta, pues un ángel más se unió, pero no, el cielo también está llorando, acompañándome, arrullándome. Parecía que el cielo tenía roto el corazón, pero tenía un alma más. Caminé bajo la lluvia para poder disimular, dicen que las personas felices disfrutan estar bajo la lluvia, pero la lluvia son las lágrimas de las personas tristes, son un lindo sonido para acompañarnos en silencio, para compartir espacio en nuestra soledad, y de algún modo, limpian mi vacío, pero aquí sigue y continuara.
Las personas pasaban, todas al parecer tenían a donde ir, con quien compartir su tiempo, yo hasta arrojé mi reloj para que no se burlara de mis momentos solos. Todos parecían que tenían controlado cada paso y acto, y yo aquí tropezando y cayendo a charcos, los carros pasaban y el agua de aquellos arroyos de las calles, venían a mí como olas, pero no arrojan mi tristeza. Las personas se tropezaban conmigo, algunos ni me veían, nadie se daba cuenta que lo que había en mí, no eran gotas de lluvia, eran mis lágrimas. Cada paso que daba, era un golpe más en mi corazón. Solo deseaba un rayito del sol, quería sonreír sin fingir y acabar con mi dolor, pero apenas iniciaba. Acabo de perder a mi compañero de vida, el cómplice de mis aventuras, a alguien muy especial, a mi todo… ¡a mi hermano! Aquel que me vio crecer, a quien me ayudaba y apoyaba en todo, el mejor ser del mundo, siempre sospeché que era un ángel, ahora lo es. Acabo de enterrarlo, mi madre estaba como loca, mi padre quería mantenerse frio, mi hermanito, él de la sonrisa linda, tenía muchísimas lágrimas cayendo por su rostro que siempre perteneció feliz, mi otro hermano trataba de mantenerse fuerte para ambos, pero tan débil para él, mi hermana está aferrándose a cualquier cuerpo que le diera un abrazo y yo en la multitud sintiéndome más solo que nunca. Teníamos distintos ojos, los míos claros, los suyos oscuros, pero sus ojos siempre brillaban y ahora los míos son tan opacos, él me enseñó a ver la vida de una manera bonita, pero nunca a enfrentarme a la guerra de cada día sin él.
Caminé por las calles de la ciudad, esperando encontrar un lugar donde caer, entiérrame a mí también.
Yo solo escribo, mi historia y tu interpretación de la poesía pueden ser distintas, pero siéntete libre de compartirme tu interpretación, opinión, la frase que más te haya gustado o lo que quieras en los comentarios. Gracias por leerme.
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