Enciendo una vela para escribir
- ANMIR MARTZ
- 6 ene
- 2 Min. de lectura
Enciendo una vela
para escribir,
el olor a café
empieza a derramarse
por la habitación,
mis ojos empiezan a ver manchas
en todas partes,
el humo está despersonalizado,
los símbolos están en el fuego,
no sé qué escribir,
por favor, prende algo en mí.
Coloco mis manos sobre la llama
para que me devuelva la sensibilidad,
mis dedos empiezan a oler a cuerpo calcinado
y mi piel empieza a ser iluminada,
¿dónde está mi alma?
no importa ahora,
esto no es una especie de ritual,
solo encendí una vela para escribir.
La llama ha empezado a inquietarse,
mi mano empieza a temblar como el fuego
y mi vista se empieza a consumir,
no sé qué estoy escribiendo.
Mis madrugadas se han llenado de música instrumental
como si la falta de palabras me pudiera dar paz,
entonces ¿por qué estoy escribiendo?
no me pidas descifrar los sonidos,
yo le miento a todos los silencios.
La llama empieza a danzar,
me detengo ante su ritmo,
se eleva, distorsiona cada silueta,
encandila mi sombra,
no sé cómo prenderla.
Y cuando soplo
más se aviva la llama,
se encarna en la cera
que no molda nada,
se prende de mí.
El aire se viste de humo,
se desnudan las cenizas,
¿dónde quedó el cuerpo?,
¿quién está escribiendo esto?
yo solo tengo los ojos puestos en el fuego
mientras que mi alma está jugando en el fango,
trata de moldearme de algún modo u otro.
Me propuse que para este año, cuando escriba (al menos en mi habitación) encenderé una vela. Uno de los libros pendientes (por comprar) es sobre los rituales que hacían algunos artistas, yo no tengo ninguno para la creación, pero siempre es bueno saber/aprender, tal vez alguno me inspire de alguna u otra manera.
Me llevo bonito con mi "proceso creativo", aunque sí ando buscando cierto cambio en mi poesía. Y nada.


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