Mis lágrimas caen lentamente
tratando de no romper nada
después de haberme destrozado por dentro
y lo peor es que no sé cómo arreglar esto.
Mis lágrimas caen despacio,
saben que el dolor se quedará por un tiempo,
así que no tienen ninguna prisa,
me impregnan como la tinta de un tatuaje
y solo puedo esperar a que cicatrice.
Mis lágrimas caen despacio
tratando de no hacer ruido,
nadie tiene que escucharnos,
pero luego se convierten en una canción de cuna
que me impide dormir
y no sé cómo escapar de esta realidad.
Mis lágrimas caen despacio,
saben que no pueden aferrarse a mis ojos,
no hay vida que puedan mirar desde acá
y cerrar los ojos no va a retenerlas.
Estoy hecha de fragilidad,
ser frágil me deshace,
y cuando vuelvo a ser,
jamás llego a recuperarme.
Estoy hecha de fragilidad,
una rosa
o una bomba,
¿qué más da?
Ya no tengo miedo de romperme,
mi fragilidad se ha vuelto resistente.
“Me dijo que era frágil
como un poema a punto de acabar
o la cuerda de una guitarra que va a dar su última nota.
Me dijo que era frágil
porque siempre miraba como un animal herido
buscando un hogar donde ir a morir”
Sara Búho en Fragilidades.
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