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Foto del escritorANMIR MARTZ

Frary

Corrimos en el jardín

y nunca floreció

un mejor amor

que el nuestro.


El bosque era tan sangriento,

tratamos de huir de las espinas,

pero hubo una emboscada

y te clavaron una espada,

golpe tras golpe

tu latido dejó de golpear tu pecho

hasta que me rompió el corazón.


Diste tu vida por alguien

que también hubiera muerto por ti,

jamás quise conocer la vida sin ti

y me desconocí entre tantas heridas

donde no había espacio para tus sonrisas.


La profecía era verdadera

y no quiero que solo seamos una historia maldita,

porque hubo buenos momentos

que te hicieron creer que valía la pena dar tu vida,

pero hubo malos momentos

que no me perdonaré por haberte alejado.

Construiste un bote

y tal vez el océano

debió haber sido nuestro hogar,

aun si hubiéramos sido unos náufragos,

todo hubiera sido mejor

que aquel bosque que te enterró.


Nunca amaré de nuevo,

desde siempre estuvimos destinados.

Amar a alguien más

suena tan lejano

y no sé dónde demonios estás.


Creí que huir con Bash cambiaría el destino trágico

y que estar con Louis podría salvarme de aquel crimen,

error tras error, fuiste el único acierto,

ilusión tras ilusión, fuiste el único amor.

Ojos oceánicos,

ningún otro corazón fue claro

y me ensucié las manos

como Catherine de Médici,

pero jamás fue por odio

sino por mi dolor.


Iluminamos nuestra alcoba

entre estrellas y velas,

pero luego el castillo fue tomado

y se llevaron una gran parte de mí,

todo fue oscuridad

y sentí que tenía que incendiar su casa con él adentro,

pero eso no sanó las quemaduras que provocó en mí.


Yo jamás deseé el poder de nuestras naciones,

todo hubiera sido más fácil

si fuéramos dos jóvenes de un pueblo,

pero nos arriesgamos sin conocer las consecuencias,

todo lo volvería a hacer,

tal vez porque en cada caída, tú me sostuviste.

Vestidos diseñados a la perfección

para ocultar las cicatrices,

¿esas fueron las líneas que nos separaron?


Todos creen que en los castillos

se vive un cuento de hadas,

pero cada ladrillo era una traición,

los pasadizos era el único lugar seguro

porque nadie conocía su camino,

no podrían encontrarnos.

Te vi morir enfrenté de mí,

llenaste mis manos de sangre

y no sé si fue por tus heridas

o por las heridas de mi corazón roto.


Las plumas volaban sobre nosotros como cuando éramos niños

y nos detuvimos a mirarnos fijamente

en una gran multitud y con distancia entre nosotros,

en ese momento supe que seríamos nuestros,

cada baile nos acercó,

ojalá hubiéramos podido bailar entre las estrellas en París.

Ninguna discusión fue lo suficiente fuerte

como las decepciones,


Hubo un tiempo en el que tu primer amor

estuvo más en mi corazón que en el tuyo,

bebí demasiado mientras maldecía el nombre de Olivia,

luego hice algo que no debí haber hecho

y en aquel barco de arrepentimientos

te pedí perdón esperando que se fuera lejos,

pero fuiste tú quien se alejó después de eso.


El desastre que ocasionamos

lo volvería hacer otra vez,

tal vez nuestra historia si fue una tragedia,

pero hacía sentir vivo el corazón,

jamás pudimos ser libres,

ojalá nuestras almas se sepan encontrar.

Tenías razón cuando dijste

que el amor era un privilegio

que no teníamos,

pero que fortuna fue cuando mi corazón

comenzó a latir para ti,

incluso cuando tu último latido sonó como un “te amo”.

 

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