
La frescura de la infancia
Puedo recordar aquel jardín
y cómo sentía que yo florecía,
¿a dónde se ha ido la frescura de mi infancia?
Me solía acostar en el jardín en el anochecer
y todavía no sé si me rodeaba más
el pasto o las estrellas.
La fragancia de las flores jamás se evaporó,
pero todo se marchitó,
¿a dónde ha ido la Merce?
La Merce está regando sus plantitas,
siembra su corazón en todos lados,
ella sabe cómo mantener a la primavera
y podría hacer que el desierto florezca.
¿A dónde se ha ido la Merce?
acepté su muerte
cuando vi a su jardín secarse,
nada pudo salvarse,
todas sus flores y plantas decidieron deshojarse
para convertirse en alas guiándola en el cielo.
No sé qué hora es,
se me pasó el día jugando,
de seguro ya es hora de cenar,
sí, la Merce está cocinando con una gran sonrisa,
el sazón que ella tenía era tan celestial
que ahora lo conoce Dios.
La Merce me prepara una comida a mi gusto
y no sé si soy una chiqueona mañosa
o una niña muy consentida,
pero ella me mira con una sonrisa,
amo su comida,
me pregunto si ella sabrá
que alimenta mi alma con su mera existencia,
ojalá nunca me aparte de ella, mi corazón jamás se repondría.
Estoy corriendo con mis primas
y siento que nadie me podrá alcanzar,
es el hogar de la Merce que me da fuerzas,
es ella.
¿A dónde ha ido la Merce?
estoy caminando por los pasillos
mientras se tambalean las paredes,
me he caído y no sé si sonó más mi caída o el llanto,
el problema no es levantarme,
es saber cuál es mi camino.
La Merce me invita a pasar el rato en su glorieta,
los pájaros empiezan a cantar,
escucho el sonido de la mecedora
y siento que estoy volando,
la contemplo y le dedico mi mejor sonrisa y mirada,
ojalá este momento fuera eterno.
Estoy bailando en algún festival de mi escuela,
allí está ella observándome con una gran sonrisa,
me siento tímida enfrente de todos,
pero ella me da la seguridad y tanta felicidad que doy lo mejor de mí,
cuando el baile acaba, ella aplaude con tanto gusto
que olvido que su corazón está tan roto,
quiero recordar siempre su amor.
Estoy en un torneo de Tae Kwon Do de Aldair
y tengo bastante sueño,
ella me acomoda unas sillas
y de pronto se convierten en la mejor cama,
duermo y no quiero despertar de este recuerdo.
Cuando recostaba mi cabeza en su hombro
sentía que había encontrado mi lugar seguro
y sus abrazos, Dios mío,
ella podía unir los dos corazones
y entregarte todo su amor
mientras te abraza,
como echo de menos sentirme amada por ella.
Escuché que la Merce no es tan expresiva,
tontos, ellos no son afortunados como yo,
me demuestra todo su amor,
me permite quererla
y es el único amor que no me cuesta expresar,
no escondo a mi corazón aun sabiendo que lo podrá enterrar.
La Merce ve algo especial en mí,
no sé lo qué es,
no lo preguntaré,
ojalá pueda conservar esta chispa cuando crezca,
ojalá ella viva por muchos años más.
La Merce me da lo mejor de ella
y saca lo mejor de mí,
¿podemos quedarnos como estamos?
no quiero perderla,
pero sé todo lo que he ganado por tenerla en mi vida.
Estoy tan molesta por la actitud de Aldair,
él es un tonto a veces
y ahorita no puedo soportarlo,
ella calma la situación,
todo con ella se siente mejor.
Ella me defiende
y me hace sentir que no hay ningún problema en quien soy,
ella me ama
y mi paz empieza.
La carta de la lotería de la Merce
no tiene corazón,
pero tiene al borracho,
le estoy echando carrilla
y aunque odia las bromas,
se ríe conmigo ¡ay, Tanito!
He ido al Oxxo
y le compré unas Chokis,
ella se pone feliz,
me quiere compartir de sus galletas,
le digo que no,
yo solo quiero seguir compartiendo momentos con ella,
toda mi vida, toda mi alma y todo mi amor.

Créditos de la ilustración a: Agnes Cecile (@agnes_cecile)