La luna, un disco...
- ANMIR MARTZ
- 31 mar
- 2 Min. de lectura
La luna,
el disco de la apoteosis,
un conjuro y un delirio.
La luna,
un carrocero
o un vislumbro,
siempre hay algo más que estoy perdiendo.
La luna,
tus bocanadas de humo,
mi exhumo.
Luna,
lo póstumo del día,
una agonía.
La luna
te da una canción de cuna
mientras yo uso la linterna
para apuntar al techo
y dispararte con mis palabras,
¿cómo es que no estás herido?
La luna,
el disco brillante,
el coro de los lejanos,
los giros y sus hilos,
voy perdiéndome en la voz
que no me llama.
La luna,
el mismo disco rayado,
un fragmento,
tu fondo, mi abismo,
nuestro desencuentro.
Luna,
la lágrima de los Dioses,
lo real en una sombra.
La luna
del universo la costilla,
de la noche mi astilla.
La luna,
tu noche fundida,
siempre me hace ver tu palidez.
La luna,
un sonámbulo
o el oráculo,
he perdido el juicio.
Luna,
lo sombrío,
lo único sobrio.
La luna,
tu aura
y halo,
tu cuerpo sagrado,
mi disco rayado.
Tú le harás una tesis
y yo una antítesis,
será mejor si me quedo con el sol,
al menos florecerá el girasol.
Hace unas madrugadas la luna se vio bonita (tal vez siempre es bonita) desde mi ventana y cama, no faltaba mucho para el alba, así que el cielo se iba aclarando y el tono de azul me gustó mucho, las sombras que se ven son de las rejas de mi ventana.
Había escrito "luna, la astilla de la noche" por su forma, y en mi mente ese sería el título, pero poco a poco el poema fue tomando otra forma.

Aquí las pruebas del bonito cielo y azul:


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