Más allá de las tinieblas,
donde el fuego brote
y nos devuelva el calor,
perdiendo así la pureza tallada
que nunca nos brindo nada.
Que ningún rayo de luz entre acá,
solo llamas prolongadas
quemando a la eternidad
y concibiendo nuestra oportunidad.
Más allá de las tinieblas
retumban las gárgolas
como si existiera vida en ellas.
Los relámpagos empiezan a mostrarle
a las aves cómo aletear,
siempre hay destellos en el viento,
¿acaso es el cielo lo que recobra tu aliento?
Convierte la esperanza en limosna,
para que todos la mendiguen
hasta convertirse en un crimen,
¿ahora qué pagarás?
¿y cómo lo harás?
Destrozales el sentido,
deja que caminen como cangrejos
para que se ahoguen
en los mares que ignoraron,
pues ellos juran saber (man)tener el control
y entierran sus uñas
hasta excavar en el pulso y huesos.
¿Tengo que respirar en tu nuca
para que suspires?
¿quién necesita realmente de quién?
abandona los templos,
resurge en el eros.
El inframundo se construyó
solo para que no tengas nada más que destruir,
no puedes observar el paraíso que perdiste,
solo penumbras y ellas no son ningún tipo de condena,
más allá de las tinieblas resurgirás,
¿no deberías descubrirte más allá de lo que te impusieron?
hijo de Dios.
¿Es tu adoración un salvador?
él te convirtió en un orador,
no en un dictador,
¿quién engaña a quien
si tu mismo te crees?
¿y quién realmente crees que eres?
No hay sentencia
si jamás existió la clemencia.
Ay de mí, ay de mí,
¿quién está ahí?
Este mal juega con tu final
y todo es colateral,
menos lo celestial,
¿eres merecedor de ese fulgor?
¿realmente crees en tu candor?
Más allá de las tinieblas
no hay obediencia,
solo voluntad,
¿qué es lo que harás?
¿quién serás?
Tus alas en llamas,
como si fueras un fénix,
alcanzando el cenit
más allá de las tinieblas.
¿A qué llamas crueldad:
al quebranto
que no puede ser contenido
en tu manto?
¿A qué llamas crueldad:
a la impotencia de las tropas
que no son demonios,
pero los ves así
porque el que está mal eres tú?
En las tierras olvidadas
recojo todas tus sombras
y me oprimes como si fuera una de tus penas,
aquí viene otro tormento,
allá va otro abismo
y caerás como un ángel herido
que no tuvo su merecido,
pues obtuvo más en el atrevimiento
que lo desertó.
Ángel expulsado,
aquí viene otro engaño,
ay de mí, ay de mí,
¿no te quema lo que está debajo de tus pies?
todo está a tus pies más allá de lo que ves,
más allá de las tinieblas,
todas las centellas.
El martes en la madrugada que terminé de leer el primer capítulo de El Paraíso Perdido, escribí este poema, muy posiblemente diferente a lo que suelo escribir (respecto a temas), y no estoy estoy diciendo que este poema sea un ensayo, reseña o lo que sea de ese libro, así que no son cuestiones “que haya o no haya entendido de la historia” es meramente que mi mente se permitió sumergirse en la imaginación y visualización, y cuando terminé de leerlo, todavía tenía ciertas imágenes e ideas que quise representar, así que lo hice.
Tengo ese libro desde diciembre ’22 y apenas lo ando leyendo, y me está gustando mucho y me estoy cuestionando por qué lo dejé pasar tanto tiempo en el estante y por qué un día sin internet me hizo leer libros que no había leído, incluidos éste, y no me quejo, porque lo disfruto en este momento y no sé si lo hubiese leído antes lo hubiera disfrutado como hoy o si hubiera surgido un poema con estas mismas palabras, lo último dudo mucho, así que me alegra haberlo leído hoy y haber escrito lo que se está leyendo.
Comments