El Mar Tínez era el hogar para los perdidos,
la segunda oportunidad en un mar de posibilidades.
En el Mar Tínez todos los días se podía observar el amanecer más bello
y renacer en él en una mejor versión de nosotros.
En el Mar Tínez
el rojo del atardecer era más intenso
y la luz del día más suave.
En el Mar Tínez las estrellas se acurrucaban
para que las olas le cantaran.
Allí el amanecer era el mas increíble,
hacía valer la vida.
Jamás vi tantas estrellas como ahí,
me llené de arena
tratando de que en mí también se viera escarcha a lo lejos.
El imperio estaba formado de arena,
la marea derrumbó todo lo que habíamos construido,
el Mar Tínez tenía agua limpia
hasta que la tragedia envenenó a todos.
Me ahogué en el Mar Tínez,
la sirena que me rescató
se murió,
me dió su vida a mí,
a quien no sabe como vivir(la).
Me ahogué en el Mar Tínez,
después de él se secó mi vida.
Su agua purificaba tu ser,
aún no estoy limpia de él.
Se borraron mis huellas de su arena,
pero aún conservo las heridas que me causó.
Me subí a un barco
y cruzamos por el Mar Tínez,
la tormenta llegó
y el ateo vio a Dios.
El Mar Tínez tenía el agua más cristalina
así como los ojos de quien lo descubrió,
pero era engañoso estar en él,
te hacía hundirte sin darte cuenta,
te llevaba cada vez más lejos,
así como el amor hace,
pero el regreso era una lucha contra la corriente.
No todo fue bueno ahí,
el Mar Tínez era el mas inmenso y misterioso,
cada ola llevaba un secreto,
que por más que la ola llegara y tocara la orilla
sería arrastrada y golpeada contra la rocas durante toda su vida,
era la maldición Tínez.
La leyenda cuenta que ninguno de los habitantes del Mar Tínez
volvió a ser el mismo.
Yo solo escribo, mi historia y tu interpretación de la poesía pueden ser distintas, pero siéntete libre de compartirme tu interpretación, opinión, la frase que más te haya gustado o lo que quieras en los comentarios. Gracias por leerme.
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