Alas delicadas,
su revoloteo me destrozó,
ahora estoy tratando de recoger cada pieza
para averiguar quién era.
Jamás pude tocar ninguna ala,
solo chocaban entre sí,
pero creaban accidentes en mí.
Aquellas alas estaban equivocadas,
la dirección de su vuelo me conducía al desastre.
Las mariposas en mí
te querían a ti,
me hacían sentir,
cada una te elegía,
amarte tenía tantas elegias.
No sé quién era yo antes de amarte,
ahora solo me repito que no debí conocerte.
El corazón y las mariposas se parecen,
no en el acto de sentir amor,
sino en la repetición de los latidos y aleteos
y en la belleza que hay de por medio,
aquello que jamás quiere terminar porque es bello,
pero lo hace cuando deshace.
Ojalá las mariposas que aún siento en mí por ti
vuelen recio para que arranquen mi corazón
o desprendan el amor.
Las mariposas volando
están renunciando al sentir,
están huyendo esperando encontrar un lugar donde mantenerse a salvo,
pero el viento dañará sus alas
y no hay latir mío que reviva lo muerto.
La revolución de ellas estaba en mi estómago,
pero la fase de la mariposa
es la última en su evolución,
jamás pude cambiar a tu corazón.
Así que le dije a las mariposas
“Vuelen
pero déjenme el jardín,
mi corazón está en llamas,
pero mis lágrimas lo apagarán”.
En mi definición de amar no está sentir mariposas, pero quise escribir sobre ellas, aunque tal vez algún día cambie de opinión.
Yo solo escribo, mi historia y tu interpretación de la poesía pueden ser distintas, pero siéntete libre de compartirme tu interpretación, opinión, la frase que más te haya gustado o lo que quieras en los comentarios. Gracias por leerme.
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