Otoño en ella

Me siento triste al ver tu sonrisa

porque ya no puedo apreciarla

y en mí aparece una mueca

porque he estado tratado

de sentir algo que ya no siento,

algo que ya no,

algo en donde ya no soy.

He estado mirando tanto al vacío

que mis ojos se ven cansados

y te pones enfrente de mí tratando

de capturarte en mi reflejo,

pero ni siquiera me ves

cuando estoy enfrente del espejo.

Pusiste tanto peso en mí

que me hiciste débil

y desearía que las cosas fueran distintas,

pero ya no puedo ser la misma.

Dices que jamás habías conocido a alguien

que haya nacido en primavera

que tuviera tanto otoño en ella

y últimamente me has estado desconociendo,

me deshojo y no te atreves preguntarle nada a ningún pétalo,

por la forma de caer entiendes todo.

Tomas mi mano

mientras me preguntas

por lo que he estado soltando,

así que derramo una lágrima

y se seca rápido,

pero permanece su camino

hasta crear un laberinto

porque no sabe a cual dolor pertenece.

Las cosas que han estado rebasándome

me han estado alejando

y dices que no me preguntarás en donde he estado

porque ni siquiera conozco el vacío

en donde me estoy deshaciendo hasta desconocerme.

Me miras fijamente

mientras me susurras

“te extraño”

y podría que decir que estoy aquí,

pero mi voz no llega a ti.

No puedo distinguir la realidad

de mis sueños

porque cada despertar

se siente una pesadilla,

hay tanto en mi mente

que no sé cómo tomar el control.

Mi corazón se marchitó

y el jardín se convirtió en un camposanto,

cada latido es un suspiro

por aquel amor que se perdió,

los muros que había puesto en mi corazón

se convirtieron en altares,

ya no siento

y lo siento.