Casi a media noche
escuché un aleteo bastante fuerte,
cuidadosamente moví la cortina
y me encontré con una mirada perdida,
sin apartarme la vista
y perforándome el alma
para ver nuestras mismas marcas.
Casi a media noche
escuché un aleteo bastante fuerte,
su plan no era volar,
solo avisar que había llegado,
pero sus ojos se veían como los de un perdido.
Aquel aleteo
tal vez solo era un eco
tratando de encontrar su último latido
para que guiara a su corazón.
Y esa mirada perdida
vestía de alas abatidas,
redoblando los tambores en los extremos,
¿dónde quedó tu centro?
Aquel aleteo
tal vez solo era un eco,
ahora ven y dime
¿dónde está el rugir?
¿dónde quedó el existir?
Casi a media noche
escuché un aleteo bastante fuerte,
abrí la ventana silenciosamente
mientras le grité
“¿qué te trae para acá
en esta noche inmóvil?”,
movió sus alas desesperadamente,
sin ser capaz de volar,
era media noche,
joder, era señal de que nada estaba bien.
Cada aleteo le traía un distinto ritmo a mi corazón,
sonaba como los pasos de quien jamás llega,
haciendo eco en que todos estamos perdidos.
Aquel aleteo golpeaba a mi corazón
y esa mirada perdida me entregó en un instante
la nostalgia que guardaba para después.
Casi a media noche
escuché un aleteo bastante fuerte,
abrí la ventana silenciosamente
mientras le grité
“¿qué te trae para acá
en esta noche inmóvil?”,
me respondió con su aleteo veloz,
paloma mensajera,
dime algo nuevo.
A las 11 pm había una paloma en el barandal y la observé por un buen rato, luego le escribí un poema. Espero que encuentre su camino, que yo me encargaré del mío (no realmente).
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