Aquel llavero vacío
me parece un tipo de esperanza,
te sigo esperando en casa,
pero la desesperanza ha entrado en la argolla
y me degolla.
Ninguna estampilla combinaba con la postal
que te intenté enviar,
la posdata estaba tan inclinada
que temí que quisieras derribar aquella carta,
ahora toda mi honestidad está en donde tú no sabes dar
o yo no la supe entregar.
Aquel faro me dio la respuesta
solo porque daba tantas vueltas
como la pregunta que rondaba por mi cabeza,
y es que he tratado que las cosas que me rodean
se sincronicen con lo que sacude a mi interior,
para que así se acomoden mis dudas
sin importar si todo es una mentira,
caería en todas las trampas
porque, de todas maneras, ninguna es real,
¿y qué fue lo real?
El barro sigue siendo barro en mis manos
y traté de convertir a aquella flor
en una primavera,
tal vez solo soy la puerta giratoria
en el más grande edificio.
Dime, ¿el olvido no es el puño cerrado
que desgarra las líneas de nuestras manos?
porque más allá de soltar,
yo cierro el puño porque no puedo hacer más.
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