Queriéndote siempre, M.
Tus pasos ya no me acompañan más,
pero sigo conservando tu postal,
lamento que nos hayamos convertido
en un portarretrato sin rostro,
conservaré cada foto
incluso cuando el recuerdo
se empieza a olvidar.
Tal vez algún día nuestros pasos se vuelvan a encontrar,
a veces el camino conduce al abismo
y necesitamos alejarnos antes de caernos,
sé que lo entiendes
y no tenemos ganas de explicarlo,
¿sigue estando bien el estar mal?
¿Ellos lo entenderán,
habrán visto al “amor de su vida”
después de cuatro meses
de haberle dicho que se equivocaron de vida?
Porque no quiero decir que nos equivocamos de amor,
aun cuando cada quien puso de su parte para el vacío,
cada quien puso de su parte para rompernos,
pero no olvidemos las otras partes, por favor.
Hasta que todo terminó
empezamos a decir “siempre”,
supongo que nos dimos cuenta de la honestidad
que siempre habitó
en lo que nos desterró
¿o solo fui yo?
Y que fortuna de crecer y ser
en todo el tiempo compartido
contigo,
no quiero vivir tanto,
pero si vivo cien años,
cien años te querré.
¿No crees que el final estaba destinado
cuando yo soy de primavera
y tú de otoño?
Florecer para marchitarse,
pero al menos no nos deshojamos
o tal vez sí, pero entre tantas hojas
ni lo notamos.
Y que triste alejarse,
pero que bonito seguir en la distancia,
saber de ti
y ser con lo que me enseñaste,
verte crecer,
que grata presencia,
que bonita existencia,
hey, gracias.
Hay una poesía que todavía no ha sido escrita,
pero tú te sabes cada palabra,
gracias por cada risa, sonrisa y alegría,
por la confianza, los chistes y sabiduría,
por el café y la compañía en los cielos grises,
por el tiempo y los momentos,
por el estar y el ser,
por la paciencia y como hacías que el tiempo pasará rápido,
por el cariño, el cuidado y la aceptación,
por permitirnos abrirnos hasta desmoronarnos,
por todo que se puede resumir en que hayas sido
mi mejor amiga y la versión del amor de mi vida,
te debo una poesía, pero que buena historia y vida.
Sabía que estarías allí
y tenía ciertas dudas si debería acercarme aquel día a principios de abril,
gracias por el abrazo
y quedarnos hasta al final a charlar,
volver a saber de ti, volver a ser contigo,
que mágico momento, se sintió como en los viejos tiempos,
pude sentir la sonrisa y como brillaba la mirada,
que grata presencia,
que bonita existencia,
hey, gracias.
Mientras no aparecías estuve platicando con tu mamá,
le dije que tal vez te habías ido mientras ella estaba esperándote,
me respondió que solo se iría con su otra familia y que esa es la mía,
sabemos que sí, pero mi mamá también estaba esperando por ti,
que gusto que el cariño siga intacto
entre todo lo fracturado,
en lo que se dejó en las brasas,
pero las cenizas aún no han manchado.
Y tendré toda una vida llena de tus memorias
aunque no existan más momentos,
pero vete tranquila
que aquí todo lo bueno se queda,
que aquí estoy “queriéndote siempre”.