Desde hace rato acepté mi destino,
he entrado a las aguas heladas
y las he sentido cálidas
solo porque sé que serán parte de mi hogar,
es aquí donde debo estar.
Noche titubeante,
me parecen sus estrellas agobiantes,
no puedo soportar el peso,
dame un momento mientras me sostengo,
luego déjame ir, ese es el fin.
Las luces parpadean
y prefiero cerrar los ojos
porque estar en el medio
de la luz y oscuridad
es una lucha donde la esperanza
no es la victoria.
Tratando de tocar el pliegue de mi alma
solo siento las balas.
Trato de extender esta existencia
mientras observo el horizonte
y lo encuentro todo tan ausente.
Acomodé mi tristeza
para que no se sintiera el vacío.
Tarareo una canción
para creer que me sé su letra,
al menos siento el ritmo,
no sé si servirá de algo.
¿Qué pasa si lo de adelante mío
es un abismo:
debo dar el paso?
ojalá que al caer
exista otra forma de ser
o dejar de ser,
lo que sea está bien.
Sé que mi batalla acabó,
pero los enemigos que hice siguen
y aunque no persiguen
no puedo caminar en paz.
Quiero que mi esperanza vuele
solo para que se vaya lejos,
tenerla no me hace sentir mejor,
no me entrega lo que le doy
y hace que el pedir se sienta demasiado.
Lo lamento, es que
me enseñaron que para redimirme
tenía que rendirme.
Créditos de la ilustración a: Aykut Aydoğdu (@aykutmaykut)
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