Llegó el olvido
y la muerte por el otro lado,
no sé qué camino tomar,
¿acaso no es igual?
Traté de reflejarme en aquel lago,
pero el agua siguió su camino
y la imagen cambiaba,
me vi a mí y luego desaparecí.
Nunca me arrolló ningún tren,
fue el fuerte viento lo que me llevó a la estación
y yo tropecé en las vías quedando atada a ellas.
Maquillé la cicatriz,
y cuando solo era una herida
pinté a través de su sangre,
sé que no está bien.
Llegó el olvido
y la muerte por el otro lado,
no sé qué camino tomar,
no desperdicies flores en mí,
no deshojes los pétalos
ni arranques nada que no sea la maleza del jardín,
déjame desintegrarme justo aquí,
pero no te desvanezcas sin mí.
Traté de tocar a mi reflejo
y nunca pude traspasarme,
quiero tomar lo que tengo
y soltar lo que me sigue teniendo.
Ha llegado el olvido,
dime ¿cómo puedes matar a un fantasma?
Ha llegado la muerte
y le sonreí por aquel recuerdo alegre,
¡qué buen final!
aunque todo lo bueno haya terminado ya.
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