En la espera de la promesa de florecer
nos marchitamos
y nos sostenemos de las espinas
como si pudiera salvarnos de la caída de los pétalos.
Mis lágrimas
solo ahogan mis rosas
y la calidez de mi alma
yace en una tumba congelada.
He tratado que mis hojas vuelen,
pero solo caen
como si el suelo fuera su lugar,
tal vez lo es,
aunque me gustaría que mis hojas te cubrieran.
Si estoy en tu jardín
entonces me cortarás,
todo es un instante,
pero sonreíste,
ninguno sabe que hacer con el dolor,
solo sabemos deshacernos.
Mi tierra áspera
vive para enterrarme,
sé que todo requiere de tiempo,
pero si no hemos florecido ya,
nunca lo haremos,
así que te dejo ir
esperando que aquel pétalo
no se convierta en una mariposa,
porque con el juego de la ilusión
se gana una derrota,
¿cuál es el premio de todo esto?
Marchítame el corazón,
deshoja a mi esperanza,
dale otra vida al amor.
Pon en un frasco a la ilusión
y aviéntalo,
no hay un lugar a salvo,
tal vez alguna pieza no se rompa.
Somos otoño,
¿qué puedes esperar de nosotros?
Nuestros colores se destiñen,
nuestras hojas se desprenden,
nos deshojamos,
nos desvanecemos
y entre los susurros del viento
decimos adiós.
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