Te veo a media luz,
entonces creo que le pertenezco a las neblinas
y me disuelvo en ellas.
¿No has sido tú
la oscuridad de mi luz?,
¿no has sido tú
la muerte
que a mi vida acecha?,
¿cuál ha sido tu cosecha:
todo lo que deshechas?
¿Y quién te dijo
que realmente me quieres?,
¿y cómo te sientes
al destrozarme el corazón?
Dices que yo soy un presagio,
¿cómo puedo ser un anuncio
si jamás has escuchado ninguno de mis enunciados?
Dices que yo soy el presagio,
¿soy yo quien realmente no puede cambiar?
solo me das tu cruz
para poderme crucificar,
¿no te llegas a hartar?
Traté de conocerte a través de tus matices
y jamás pude hacerlo porque siempre me dejabas fuera de los márgenes,
¿soy yo quien no hizo bien el trabajo
o tú quien nunca se ha esforzado?
A lo largo de la vida
me has dado tantas sobras
que ya puedo hacer sombras,
y las rechazas porque vienen de mí
aunque realmente provienen de ti.
Solo eres la oscuridad
de mi luz,
y no son mis sombras
los retazos de mi alma.
Me he pudrido en tu sangre
hasta ser un mundo aparte,
un mundo que partes.
Te deslumbras tanto con mi ausencia
y aprovechas tanto la ceguera
cuando me tienes enfrente,
pero no le pertenezco a las neblinas,
no voy a desvanecerme en ellas.
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