Le di mi alma al diablo
para que la hiciera arder, otra vez,
ahora mis pulmones saben
más de humo que de aire
y todo se empieza a desvanecer.
Yo ya no siento amor
y lo siento, amor,
me declaro culpable por preferir
atravesar hogueras
que (a nuestras) neblinas.
Yo ya no espero nada de la vida,
solo espero que este reloj se detenga,
quiero que todo se detenga,
ya no puedo más…
Ya no sé quiénes somos,
¿acaso nos conocimos alguna vez?
hace tantísimo tiempo
que se me está haciendo tarde
para que me des la oportunidad de ser.
Me entrego ante la sombra
y solo quedo yo, sola,
se están apagando las penumbras
y nada más las cenizas podrían guiarme
en este sendero,
¿cómo puedo salir del infierno
que yo misma invoqué?
por las explosiones que resonaban en mí
y los residuos que provenían de ti.
Mi alma descosida
está llena de telarañas,
no sé dónde me encuentro
ni cómo me pierdo,
he estado siendo como las llamas
que llegan y llenan el lugar de mis llagas,
heridas y cualquier cosa,
que sin necesidad del fuego, me queman.
Tu cadáver está hecho de mis huesos
y no me sale la voz,
es este temblor lo que expresa mi temor
y muy tranquilamente susurrando me dices
“tu vida está llena de mis miedos
y por eso sientes este puto vacío”,
necesitamos separarnos,
uno de los dos necesita sobrevivir,
yo tuve que recurrir por fuego
y tú eres un tipo de infierno,
sabemos quién vence
y quién carece,
¡un gusto conocerte!
Créditos de la ilustración a: Agnes Cecile (@agnes_cecile)
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