Lejos de ti
existe un jardín abandonado,
la aurora trae la fragancia
y hasta la más pequeña flor estalla en gracia.
El jardín abandonado
se riega con los rayos de sol,
sigue habiendo tanta vida y tantos colores
que jamás deslumbrarán en la palidez de tu rostro.
Las hojas secas siguen prendidas en los árboles
como si estuvieran en llamas,
no hay nada realmente apagado
en el jardín abandonado,
cada chispa es una flama
y la vida se sigue apreciando entre la humarada.
En el pasto quedaron espejos rotos
y nadie querría verse a sí mismo en ese sitio tan solitario
porque creen que es demasiado desolado,
pero las nubes pasan y son capturadas como si estuvieran completas,
allí jamás se desvanecerán, quedará grabada su esencia
¿puedes sentirla?
Las hojas que todavía son verdes
son cubiertas por mariposas amarillas
para hacerte creer que ha pasado tanto tiempo
y que todo se ha venido abajo,
por aquí pueden pasar ausencias y siluetas,
todavía hay tanta vida escondida en la mirada,
¿qué quieres contemplar?
Abrazamos a las raíces y malezas
sin saber diferenciarlas,
al final ambas nos atan,
al final nos desprendemos de ellas
y crecemos como las hiedras,
encontramos un camino
lleno de destellos
en el jardín de un ciego.
Los musgos han cubierto las rocas
para amortiguar los golpes
y hay tanta belleza reunida
que el alma se presenta,
cada aroma se impregna en ella
hasta enseñarla a florecer
entre los detalles que nos rodean de la naturaleza.
Lejos de ti
existe un jardín abandonado,
las mariposas celestes pretenden ser el cielo,
entre todos los destellos
¿por qué no olvidas cada presagio?
no estamos condenados,
todo tiene un tiempo,
no es como una bomba a punto de explotar,
qué más da si las flores se marchitan,
uno también muere entre todas las flores no dadas.
Un jardín abandonado
y tu horizonte,
los destellos y el rocío lo siguen manteniendo vivo,
el pasto sigue verde,
¿no lo sientes?
Y no hace falta que nadie venga hablar del tiempo,
los girasoles siempre van como agujas del reloj,
el día se expande en el danzar
que nadie verá
y no se desperdiciará.
Lejos de ti
florece un jardín abandonado,
estalla en vida
y jamás se convierte en polvo o cenizas,
guarda la naturaleza en ella
y aguarda.
El jardín no va a morir si no lo cuidas
y no vive para que lo contemples,
está abierto y yo llamo a eso libertad,
es meramente existencia,
es meramente la naturaleza,
soy un ser de primavera,
¿qué otra cosa esperabas?
soy un ser de tierra,
¿qué otra cosa puedo hacer?
El viento viene a llorar al jardín
esperando que nadie lo pueda escuchar
y los pájaros empiezan a cantar,
lo doloroso y lo bonito
unen sus fuerzas haciéndonos sentimentales,
¿qué es lo que te conmueve?
En un jardín abandonado
existen silencios y cantos,
cada cosa tiene un alma
y cada alma tiene palabras,
todas mis elegías me hacen sentir viva.
El jardín abandonado
no es el fin del mundo,
solo es un pedazo de cielo
en la tierra.
Hoy fui a un cafecito con mi mamá (tenía desde el cumpleaños de Jonathan Larson sin ir a un café con ella sola, generalmente voy con mi hermano y Aldair a ella no la invita por un café), y aunque ya habíamos ido un par de veces ahí, hoy nos sentamos por primera vez en el patio que está lleno de plantitas, mientras bebía cafecito frío hubo muchos colibríes a nuestro alrededor y fue más bonito, le tomé vídeo a un colibrí verdecito y bonito que se camuflaba entre el jardín, mi corazón se sintió feliz en ese instante. A mi casa también llegan muchos colibríes, solo que no siempre cuando ando bebiendo café (tal vez eso da cierta magia) o estoy afuera en lo que podría decir "jardín".
Escribí este poema en la madrugada, apuesto que el Henry David Thoreau sabría dar con la representación: no eres un "solitario" si te envuelves en la naturaleza, solo eres un ser que contemplas hasta cómo se abre una flor, extendiéndote. Un jardín lejano, no encerrado, no hay nada que contener, solo cosas que pasmar y sentir, ese es el sentido de cierto existir: la belleza que rodea un bosque, un jardín, incluso una pequeña flor.
Actualmente en mi habitación tengo cinco plantitas, y de todas formas, en el ventanal de la casa se contemplan las plantas de afuera, sin importar si me siento mal emocionalmente o existencialmente, trato de contemplarlas y encuentro cierta paz, armonía incluso cuando me siento perdida. Algo se reincorpora en mí o yo me doy cuenta que todavía queda algo que entregar en esa mirada que observa el paisaje y se mueven sus adentros junto con el viento. Todo bonito y poético.
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