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Una clase sobre la nostalgia y melancolía

Hoy en una clase que tomé

me pidieron escribir una historia nostálgica

y otra melancólica,

llené la hoja de puras tachaduras,

todo se sentía fuera de lugar,

está bien, así se siente la nostalgia y melancolía.


Tenía solamente cinco minutos para escribir

sobre el tiempo perdido,

y por primera vez, mi mente quedó en blanco,

como si pudiera borrar el pasado,

como si pudiera borrarme de lo que no pasó

y marcó mi paso

descaminado.


Mis compañeros compartieron sus experiencias,

se abrieron de cómo, en ocasiones, han sentido que se han cerrado sus vidas,

se llegó a la conclusión que la reflexión es un desgarramiento,

por eso se consideraba que los genios eran melancólicos,

pero nosotros somos demasiados tontos

tratando de aferrarnos a lo que quedó

de lo que ya no está.


Hablamos de los colores

que han sido utilizados para la melancolía,

azul y negro,

los tintes del tiempo

que ya no saben pintar el presente,

y a su vez, cómo al decolorar lo brillante

encontramos matices.


El profesor nos puso dos presentaciones

de las cuatro estaciones,

una de Vivaldi y la otra de Ritcher,

nos pidió hablar de las diferencias,

una compañera sí tenía conocimientos musicales,

habló, entre tanto, del tempo,

nosotros del tiempo.


Las aguas están revueltas,

pero no son olas,

ellas vienen y van,

tienen temporalidad, como todo lo que va pasando,

es el pasado el que siempre está cambiando,

en él no podemos reflejarnos,

mas queremos contemplarlo

y que el vivir luzca parecido

a lo que ahora es extraño.


“El pasado está gritando”, dijeron,

en silencio me quedé pensando en eso,

honestamente no recuerdo ninguna de las voces

de las que alguna vez me hablaron,

y sé que hay voces que no volveré a escuchar,

¿quieres mi honestidad y que te diga que es lo que suelo extrañar?

eso no va a pasar.


Y el pasado está gritando,

llorando como el bebé que alguna vez fuimos,

resuena en toda la casa,

pero ya no estamos en casa,

no hay manera de escucharlo,

solo sentimos su llanto en nuestra garganta,

y queremos gritar como él,

pero ya no somos eso.


Y el pasado grita y llora

como el bebé que alguna vez fuimos,

nos pide que lo consolemos,

no podemos hacerlo,

el pasado nos heredó la orfandad,

tranquilo, que crecerás

y olvidarás.


A veces el pasado todavía exige

lo que no pudimos darle,

y en su venganza

toma la delantera,

nos cierra,

no la herida,

y necesitamos articular la tristeza

aunque sea en un poema,

solo así sanaremos un poco,

y me es suficiente el poco.


Atisbos de la muerte,

¿abismos?


Dijeron que el ser melancólico

era alguien que quería saber más

de lo que tenía enfrente,

y consciente de su vida

es consciente de su muerte,

lucha con el tiempo,

mi compañero Jorge

dijo que entonces extrañamos en ocasiones el pasado

porque había más vida ahí,

más tiempo,

más allá de las ocasiones donde nos sentimos eternos,

cada vez estamos más cerca de la muerte.


“La lucha contra el tiempo”, dijeron,

y escuché el tick, tick, tick, tick,

y de pronto la explosión

de Jon

y cada guión,

sí, suelo pensar mucho en él,

yo nací un día 30,

por su culpa quiero llegar a los 30,

y ahora pienso en mi vida,

aunque mi ambición no es llegar a la cima,

sino un horizonte y la tranquilidad.


Y recitaron poemas de Pizarnik y Ajmátova,

tomé apuntes sobre poetas que no conocía

y otros que ya había leído,

como Baudelaire, Auster, Proust, Shelley, Pessoa,

y este año ya casi se acaba,

y guardo un poco de esperanzas,

quiero aprender más y hacer una mejor obra,

representar mejor la poesía,

darme una mejor representación,

no tan patética.


Y honestamente siento más apatía

que nostalgia,

¿y qué es el tedio

sino una melancolia?

y estoy bien.


El maestro nos puso el grabado “Melancolía I”

de Alberto Durero,

mencionamos sus símbolos,

¿hay algo que nos perdimos?


Y llené un par de hojas con apuntes sobre la melancolía

para que pasara desapercibido mi hoja con tachaduras,

está bien, así se siente la nostalgia y melancolía,

siempre tratamos de ignorarlo y ocuparnos de algo más,

mira, está pasando la vida

y esto también pasará.

Al rato comparto mi apunte, nomás porque está lleno de tachaduras y no estoy diciendo nada que no debo (de hecho, no estoy diciendo nada).


Ultimamente escucho mucho las voces de Porchia, así que pondré esta:

“Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo” Antonio Porchia

 
 
 

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