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Y el humo sigue recorriendo los pasillos

La vida

es una neblina poseída,

todo lo maldice

y nada nos dice

hasta que lo perdemos.


Y el humo sigue recorriendo los pasillos,

¿acaso estás cocinando, Merce?

y vuelvo a la casa donde crecí

solo para poder entender mi vida,

pero ya no estás ahí

y me he vuelto externa

hasta de mi propia alma.


Recorro los pasillos

y alguien borró mis huellas,

así que trato de verme en los azulejos

y lo verdoso de ellos

se transporta a tu anillo de Esmeralda,

el que encajó como si estuviera hecho para mí,

todos los días lo uso

y recuerdo las promesas

que no alcanzaste ni a proclamar,

pero nunca se desvanecerá lo que me llegaste dar.


El pasillo de tu casa siempre de causaba escalofríos,

jamás estuviste en la sala

y jamás llegué al final,

ahora lo recorro,

me vuelvo valiente

y me enfrento a tu ausencia

junto con mis fantasmas.


Y el humo sigue recorriendo los pasillos,

se ilumina tu puerta como si fuera un paraíso prometido

y tu habitación es solamente un vacío,

¿no serás una mejor anfitriona?

al menos déjame abrir la persiana,

necesito un poco de luz,

necesito verte.


En tu pureza

ya no cabía ninguna vida,

y ahora tu recuerdo empieza a ser devorado

solo para que yo persiga a las migajas

y, a la vez, se han convertido en semillas para pájaros,

te estoy dejando ir.


Y el humo sigue recorriendo los pasillos

y encuentro a todas las versiones de mí respirando aire puro,

fue hasta que vi al nieto que jamás conociste, de tu esposo, con un cigarro

cuando agradecí que tú hubieras muerto hace años,

pero a veces me arrepiento de no haberle dicho a él y a su hermanito

que también se colocaron alrededor del ataúd

cuando el orador nos habló a los nietos de Tanito,

ellos también merecían el respeto que nadie tuvo,

lamento mucho si con eso te deshonro.


Y el humo sigue recorriendo los pasillos,

encuentro casquillos donde alguna vez hubo castillos,

las grietas de tus paredes

siempre me contaron sobre los puntos del mapa,

ahora todo está sobre unas ruinas,

ya lo sabía.


Y hoy dije

“la vida por la ausencia

se vuelve muy pesada,

pero algunas memorias

se vuelven esperanzas

cuando encontramos lo que aquel ser amó

y dejó por ahí y en nosotros”,

me refería a ti,

sigues estando por aquí.


Y el humo sigue recorriendo los pasillos,

me detengo en el tocadiscos

esperando escuchar tus pasos,

así que me llevo ese mueble,

ahora suena diferente el silencio en mi habitación,

¿cuál fue tu última canción?


Y el humo sigue recorriendo los pasillos

y me llevo tu tocadiscos,

lo cubro con plantas

para que el aire se vuelva puro,

ahora me dan el oxigeno

que olvidaste respirar,

y vuelvo a existir y estoy bien.


Y el humo sigue recorriendo los pasillos,

cada ve que toso

abro más los ojos,

no se pueden desvanecer estos recuerdos

aun cuando la vida es una neblina poseída

que todo lo maldice

hasta que la muerte lo hace callar,

y mira esta estrella que confundí con un centellar,

siempre fuiste más

y no te puedo alcanzar.


A veces,

la ausencia hace que la vida

se sienta muy pesada,

la he podido sobrellevar

porque mis memorias

se volvieron esperanzas

cuando encontré lo que amaste

y dejaste aquí

y en mí.


 

Tenía este poema antes de visitar la casa de mi abuela, se supone que sería un poema donde haría una profunda introspección, pero tal vez luego lo haga, por mientas esto acá está, hice lo que pude.


Tenía que poner sí o sí lo del anillo de esmeralda que tengo y era de mi abuela. Mi mamá también me dio tres aretes (que me turno para usar) de la Merce.


El tocadiscos familiar (era de mi abuelo) ya lo había pedido hace tiempo y mi tía, que vive en donde vivían mis abuelos, me había dicho que sí, pero no le volví a decir nada, la semana pasada que llamó,, preguntó si aún lo quería, dije que sí y ya llegó.

El tocadiscos está descompuesto, pero ya le di vida (de las plantitas, la señora de las plantas era mi abuela), y de alguna manera las memorias si se volvieron esperanzas.






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