No sé si son siluetas danzando en el agua
o solamente son ondas,
últimamente pienso en lo que no es
y me abandona aquello que puede ser.
Las nubes están congeladas,
dentro de ellas siempre hay agua,
¿quién necesita de un paraguas
para el deshielo?,
¿qué es lo que espero?
La luna no es más que una niebla
o tal vez es un fantasma
atrapando a almas nostálgicas,
¿por qué me tienes tan hechizada?,
¿por qué me volviste tan desdichada?
He hecho una encrucijada
para atrapar a mi alma,
atrápame con tus hilos
si quieres que me convierta en una araña,
méceme, no me dejes.
La cicatriz debajo de mi ceja
te demuestra que estoy ciega,
me he inventado un mundo para andar
y allí tampoco te sé encontrar.
Con el destino me ensaño
cuando no puedo ver tu ceño
y en la búsqueda de tus sombras
me he vuelto tan diáfana,
puedes volver a llamarme Ana.
Trato de darle un alma a las cosas
y mis sentimientos están a flor de piel
solo para tener esperanza en que alguna parte
te encontraré.
Le pido al sol que me cubra el rostro
y me vuelva un espectro,
que últimamente pienso en lo que no es,
como en ti,
como en mí.
La luna ilumina mi espalda,
vuélveme alada,
no me dejes colgada,
estoy desahuciada,
por aquel pedazo del cielo estoy desesperada,
dame cabida en tu vida.
Si sigo tratando de esparcir mi alma en las cosas
¿me perderé o extenderé?,
tal vez nada signifique nada,
como tú, como yo,
y voy de puntillas en el mundo real
como si lo pudiera elevar,
y al encontrar lo real
pierdo a mi esperanza
y mientras hoy caminaba vi a un gato
durmiendo en una barda,
eso también es real
y no necesita nada más,
allí también aguarda un alma,
tal vez puedo guardar un poco de esperanza,
para mí
y para la que está por allí
y en el camino puedo encontrar.
Un gato vecino, durmiendo en la barda de su casa, que vi una noche en mis paseos con las perritas, y sabía que tenía que mencionarlo en un poema:
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