El olvido se transforma
en una paloma,
desterrada,
ella va manejando la noche
con la carencia de su altitud
y golpea a mi ventana,
si la abro, se asustará
y creerá que la estoy invitando a marcharse,
así que me quedo viendo cómo todo se desvanece,
de cualquier manera iba a suceder,
¿había algo por hacer?
El olvido se transforma
en una paloma,
desterrada
deja sus huellas en la tierra
y luego son cubiertas con las hojas,
dime ¿qué he estado buscando?
La paloma desterrada
deja colgadas sus plumas en las ramas,
como si fueran envolturas para desprenderse
y se pudiera transformar en una oruga,
mas las alas siempre llevó con ella,
¿quiere convertirse en una mariposa
para que las flores le pertenezcan?,
¿no vas a regresarle su primavera?
¿Y cuál es la dicha que guarda mi corazón
si no puede ser dicha?
el olvido se transforma
en una paloma
desterrada.
La luz empieza a esparcirse
como si fuera niebla,
en esta noche me siento perdida,
¿no vendrás a encontrarme?
La vida suspendida
en destellos danzando,
solo son los soplos
de las aves,
el rocío me eleva,
pero mis alas están abatidas,
regresamos a la vida suspendida.
Y hay una paloma varada en mi patio,
el viento solo mueve las hojas de los árboles
y sus alas tratan de batirse
y ella empieza a abatirse,
está perdida,
no puede manejar la noche
con la carencia de su altitud,
choca con todas las cosas,
trato de tomarla con mis manos
para saber qué le sucede,
qué padece,
pero no puedo liberarla
de la jaula que tiene enterrada
y entiendo por qué el olvido
se transforma en una paloma desterrada.
Al final de la noche, la paloma voló,
recordó a donde perteneció y volvió
en forma de mariposa
para que no la reconocieras
y vuelven las memorias
y esta historia no acaba jamás.
Ayer andaba leyendo un poemario y en un poema venía algo de una paloma y el olvido como uno mismo, así que tomé una nota y lo convertí en un poema, también desarrollando la historia de la paloma que estuvo perdida en mi patio.
En la noche del 3 de enero hubo una paloma perdida en mi patio, pensamos que era algo de sus alas y a las horas cuando emprendió el vuelo entendimos que solo estaba desorientada. Yo me quedé cuidándola desde la escalera de caracol (porque en la mini terraza estaba la posible cazadora) por más de una hora, porque chocaba con todo y tenía miedo que si tocaba el suelo podía ser devorada por Tessa (sí es capaz de aprovecharse de su vulnerabilidad, porque generalmente es amiga de las aves, y aunque la quiero mucho, hay cosas que no puedo permitir ni perdonar, como lo que le pudo haber hecho a la paloma). Quería resguardarla y llevarla a un veterinario, investigué sobre cuidados, y tenía pensando quedarme en la noche en el patio a ver qué sucedía, afortunadamente todo bien. Le tomé una foto y pensé escribirle un poema, con esta ya van cuatro palomas (Poema a una paloma varada enfrente de mi ventana / El último día de mayo y Palomas desplazadas), y tal vez haya cierta relación entre la primera y este reciente poema, ya que fueron palomas desorientadas frente a una ventana.
Y me falta todavía escribirle un poema a otra paloma, a ver qué.
La paloma resguardada en un lugar que ella eligió, tomó un descanso ahí y recuperó sus
fuerzas (emocionales o físicas) para volver a volar, me sentí muy feliz por ella cuando lo hizo, incluso cuando se fue.
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