En cada atardecer me siento sola,
supongo que ya no brillas para mí,
pero algo más que el sol ha estado quemándome
y algo en el pecho ha estado ardiendo
por aquel corazón hecho cenizas.
Llegamos a la cima de la ciudad
y ahora no sé dónde estás,
te estoy maldiciendo
mientras estoy en una banca
con vista al paraíso,
pero amarte fue como sentirme un ángel sin alas.
En cada atardecer me siento sola,
supongo que ya no brillas para mí
y el día cae así como nuestro telón,
dejé mis armaduras a un lado para tomar tu mano
y me desnudé para cubrirme de tu abrazo,
pero el reflector se ha apagado,
sé que quedan estrellas,
pero no me importan todas ellas.
Me rompes con las olas
y se desborda mi corazón
tratando de llegar a ti,
así que va y viene
porque tú no estás.
En cada atardecer me siento sola,
supongo que ya no brillas para mí
y el día cae mientras se levantan las estrellas,
han estado tratando de guiarnos
pero ni el deseo de una estrella fugaz
te podrá traer de regreso.
En cada amanecer me siento sola,
el otro lado de la cama tiene tu silueta,
es la escena del crimen de mi vacío.
Llegamos lejos,
sí, hasta el final.
El sol cae
y no levantaré mi vista hacia las estrellas
porque mis ojos están tratando de visualizar
a dónde van nuestros pies.
Dejé huellas en tu arena,
tuvimos una vista perfecta,
incluso cuando todo se nubló
veía tu forma en las nubes.
Deja que caiga el sol,
ni el atardecer más bonito
podrá levantarnos la ilusión de vernos a un lado,
pero eso no evita que esté en esta banca preguntando a dónde has ido.
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