Hoy soñé que estábamos reunidos
en la casa de mi bisabuela,
ella seguía muerta,
no sé qué hacíamos ahí,
tal vez es por la época decembrina
aunque no siento ningún tipo de nostalgia.
Hoy soñé que estábamos reunidos
en la casa de mi bisabuela,
desde hace varios años esa casa fue vendida,
tuvieron problemas con varios vendedores,
dijeron que la habitaban espíritus,
el refrigerador seguía funcionando sin electricidad.
Mi bisabuela se llamaba Margarita,
jamás le pregunté por su flor favorita.
Ella era muy amable,
su casa siempre olía a a café,
a veces en las reuniones,
me quedaba con en su cocina, escuchándola.
Hoy soñé que estaba en su casa,
yo buscaba el helecho
como si fuera el único hecho
que recuerdo.
Me entristecí cuando mi helecho se marchitó,
me recordaba a mi bisabuela,
la única parte familiar que podía mantener.
Yo tenía 17 cuando ella falleció,
recuerdo su funeral,
dicen que en el entierro un colibrí se poso en el ataúd,
ellos dijeron que era ella.
El colibrí ha tenido ese mito sobre las almas,
hacen recordar a alguien que ya no está,
como si volviera por un instante,
yo no lo sé.
En el día de muertos, a mí mamá un nieto de su tía
le contó que cuando ve a algún colibrí piensa en la Merce,
mi mamá le contó cuando un colibrí se posó sobre su hombro
mientras ella caminaba por el centro,
ella había pedido una señal que todo estaría bien,
se trataba sobre mí.
El colibrí la acompañó y se subió al camión con ella,
luego voló,
y yo no lo sé.
Tengo tatuado un colibrí,
no he puesto ninguna alma en esa imagen,
crecí con colibríes en mi jardín,
son una certeza,
o una promesa
de que estarán.
Pero nada sé,
sobre ellos
ni nadie.
Hoy soñé que estábamos en la casa de mi bisabuela,
hace unos días leí el poema donde la mencioné,
todavía no sé si tengo permitido pensar en ella,
yo no tengo familia, solamente tuve una bisabuela.
La casa seguía pintada de blanco,
todos estábamos en el porche,
como cuando fumaban y tomaban,
pero ahora los niños jugaban,
todos tenían las caras de mi infancia,
y realmente ni siquiera sé como lucen la mayoría de los otros bisnietos,
fui de las mayores, luego me alejé lo más que pude.
El cumpleaños de mi bisabuela
era en año nuevo,
la casa se llenaba,
puedo recordar cada uno de sus espacios.
Hoy busqué su calle,
en el fondo de mi mente resonaba el nombre, JM,
no recordaba el número,
en mí solo estaba la imagen de la placa que decía “Casa de mamá Ita”,
en las letras cursivas y azules,
di con la casa, el navegador marcaba alrededor del número 1240,
no lo sé.
Ya no está su balcón,
ya no están sus plantas,
todo está tapado,
el árbol fue arrancado,
las casas de su alrededor
también fueron cambiadas,
ya no queda nada.
Dudé que ahí hubiese estado su casa,
pero supe que allí era la calle
porque enfrente todavía estaba
ese edificio de gobierno.
Todas las casas de esa calle tuvieron cambios,
no podría reconocerla si pasara por ahí
y sé que nunca pasaré por ahí.
El navegador también me dio la versión del 2009,
busqué mi calle y casi nada ha cambiado,
el vivero con sus miles de macetas
que estaba en la esquina
está enfrente de mi casa.
Y mis vecinos aun cuando han cambiado,
las casas se han conservado,
pequeños detalles en estos largos años,
y en el fondo me alegro,
guardaré la nostalgia para otras cosas.
La bodega donde antes era de cortinas y persianas,
luego fue un crossfit,
y no sé cuántos años tiene siendo una bodega de bombas de agua.
A veces siento que el tiempo no ha pasado,
en febrero fui a un café que está dos cuadras de mi casa,
jamás había ido ahí, el lugar estaba lleno
y nos tocó compartir la mesa con otras chicas,
hablé de muchas cosas con Fer, estúpidamente y profundamente,
regresé caminando y estaba lloviendo,
recorrí las mismas calles y me recorrió cierto sentimiento,
recordé aquel poema que escribí por años, hace ya no sé cuántos años,
sobre cómo la vida avanzaba mientras yo seguía caminando por aquí,
a veces he pensando en retomarlo,
tal vez debería hacer un libro con él
con un solo poema
como Migraciones de Gervitz o la duración de Handke,
un solo poema
me bastara para expresar.
Y estas calles se mantienen igual,
aún intercambio los nombres de las calles que están atrás y adelante,
pero mis amistades antiguas te podrán decir cómo recuerdan la calle que sigue de acá
y yo solo me reiré.
Tal vez algún día rentaré algún departamento de estas calles,
no necesito de mucho,
solo la plenitud de la soledad,
un espacio finalmente para mí
y descubrirme ahí.
Enfrente de mi ventana solo hay árboles,
jamás lo he contado,
están muy frondosos, unidos,
yo le he puesto “waldencito”,
en el registro que vi del 2009 pude observar cuántos
árboles hay, 12,
alineación en la tierra,
conexión quizá
y no sé quién ha visto crecer a quién.
Hoy soñé que estábamos reunidos
en la casa de mi bisabuela,
ella seguía muerta,
yo me iba porque ella ya no estaba ahí,
caminé y la avenida estaba llena de personas,
luego hubo helicópteros y bombas,
heridos, entonces eso me hizo saber que estábamos en el tiempo actual
con esta guerra,
aún no sé qué escribir de ella.
Y en mi sueño luego todo empezó a tornarse raro,
había cierta cosa sobre él y eso me hizo dudar de algo,
él estaba a salvo, así que ese no era el problema, ni siquiera sé si había un problema.
Y luego recordé que hubo alguna vez, hace mucho tiempo, un sueño
donde nos refugiaban en cierto lugar
porque había una guerra afuera,
no hubo heridos, al menos no en mi sueño,
pero el lugar estaba lleno y nos perdimos,
yo lo buscaba y nada,
me agobiaba y era difícil respirar en un lugar lleno de gente,
entonces le llamé por teléfono y por la conversación supe que era otra versión de él,
una clase de multiverso
del que no puedo escribir ni un verso,
y creo que lo más real que he escrito sobre él
ha sido la representación de los sueños donde ha aparecido,
de la vida solo tomo imágenes desdibujadas para la metáfora
para que con las letras el poema se pueda tallar
en vez de yo detallar.
Hoy en mi sueño todo empezó a tornarse raro,
al fin y al cabos así son los sueños,
Gracie era mi mejor amiga,
ella estaba allí o aquí, no lo sé,
entonces eso me hizo saber de la cosa irreal de lo que sí estaba en lo real,
luego me puse a pensar en el porqué había relacionado ciertas cosas.
De todas maneras en mi sueño ya sabía que era falsedad
cuando saludé a cierta prima que nunca saludó,
al menos en mi sueño ella fue amable
o yo lo fui.
no lo sé.
Hoy soñé que estábamos en la casa de mi bisabuela,
los Quintero y yo estábamos en el porche,
nadie estaba en la casa,
mi bisabuela seguía muerta,
y había más niños que en mi infancia,
sé que la familia ha crecido
y de tantos que hay
no sé si yo tengo derecho de pensar en ella.
Cuando ella murió
escribí dos poemas,
en este año, con este,
la he mencionado dos veces.
Casi no hablo de ella,
la recuerdo con cariño,
ella me enseñó sobre la amabilidad,
creo que eso he dicho y también que
a la Merce le gustaba tomar café con ella,
yo empecé a tomar café
hasta que mamá Ita murió.
Hoy soñé que estábamos en la casa de mi bisabuela,
todos estábamos en el porche,
nadie estaba en la casa,
mi bisabuela seguía muerta,
la familia se sigue reuniendo,
yo tengo años sin verlos,
yo tengo una vida sin ellos.
Yo buscaba el helecho,
aferrarme a un hecho
real del sueño.
Escribí “no tengo raíces,
yo solo cuelgo de los sauces llorones”,
así que el helecho que puse en mi tierra
se marchitó,
tal vez alguna vez se me dé,
sé que estoy decepcionando a mis antepasados,
a los únicos que me han interesado.
Y algún día crecerá el helecho,
así sabrás que esto es un hecho.
Ayer, pero bueno. ¿Entonces Gracie Abrams y yo sí vamos a ser mejores amigas? POR FAVOR Y GRACIAS.
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