Mi ventana ha quedado abierta,
las cortinas se han vuelto el marco
de su paisaje,
la vida trata de figurarse
entre las fisuras.
Él prefiere las persianas,
no conozco su vista,
solo el mural,
todo permanece lejano,
todo permanece ajeno,
la vida trata de figurarse
entre las usuras.
Mis ventanas están abiertas,
ante mí el cielo,
cualquier detalle se esculpe en mis ojos
y creo que tengo más que suficiente para terminar esto.
Los árboles de enfrente
me han enseñado a estirarme,
y a quedarme
justo aquí,
el mundo se presenta ante mí.
Él prefiere a las persianas
y yo a las cortinas,
no sé sobre sus paisajes,
supongo que a veces se detiene
a contemplar algo
y encontrar su belleza,
y se olvida del mundo por un instante,
en ocasiones de eso se trata la vida,
pero esta nunca se detiene,
solo nos deja atrás.
Y ambos movemos las cuerdas,
como si fuéramos títeres de la ventana,
quién sabe qué rol jugábamos.
Cerró la ventana
y aplastó una flor,
¿aún puede mirar
a la primavera?
El cielo desprendiéndose
en el parpadeo de persianas.
Y yo todavía no sé
si las luces en la ventana
son de adentro o de afuera.
Abre y cierra las persianas
una y otra vez,
él, el fragmento de un todo,
luz y sombra.
Él prefiere a las persianas
y yo a las cortinas,
nuestras distintas vistas,
nos llevan afuera de las vidas.
“Ver el mundo a través de las persianas. (…) Las persianas admiten ese juego: dejan ver las ramas, pero no el árbol.
Eduardo Chirinos en Los persas practicaban ese juego de Naturaleza muerta con moscas (2016).
Adjunto las pruebas de mi cortina (que a veces uno tiene que buscar representaciones para escribir un poema) en el extremo y la ventana abierta, y nomás para presumir mis plantitas, que ya hay un par más.
Comentarii