Al final de la noche
la luna ya no nos acompañará,
y tengo miedo que te alejes en estos cielos sin dueños,
porque sé que no encontraremos la libertad ni siquiera en los sueños.
Me convertiré en tu eco,
así que diré adiós,
y cualquier cosa que provenga de tu silencio
estará destinado a mis palabras,
pero ya no habrá voces para invocarlas.
Y yo solo seré un eco,
el viento disonante,
lo que está distante,
la nada creciente
que jamás se convierte.
Nosotros solo encajamos en la luna nueva,
nos desvanecemos en lo profundo,
tal vez ese siempre fue nuestro destino,
tal vez no.
Vine al mundo en alguna luna llena,
la primera vez que abrí los ojos vi tu halo lunar,
fue parte de mi espectro,
olvidé que tu alma también estaría en suspensión,
tal vez ese siempre fue nuestro destino,
tal vez no.
Nuestro velo,
tú con el de tus sábanas
y yo con el de mis cortinas,
velo tu sueño en mi insomnio,
¿por qué no te levantas
y te tumbas a mi lado?
soy tu más grande retroceso,
no podrás dejarme atrás.
Pero hallarás consuelo contemplando a la luna,
porque sabes que solo es una gasa
en el cielo nocturno,
para mí, el alba es un rasguño
que abre a la herida,
un día más, sí,
y la vida ya no es un transcurrir de nubes de lo que va pasando
sino en un transcurrir de lunas de lo que se está yendo,
así que ya no nos acompañará más
y esta herida ensangrentada me mantendrá alejada,
habrá costura, mas nuestros puntos no volverán a unirse,
porque me convertí en tu eco
para así yo también decir adiós.
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